Marzo 6 de 1836
En la madrugada, como a las cinco y media de la mañana, al toque del clarín, unos 1500 soldados mexicanos divididos en cuatro columnas al mando del general Cos, el coronel Francisco Duque, el coronel José María Romero y el coronel Juan Morales, toman la fortaleza El Álamo, misión construida a principios del siglo XVIII en los márgenes del Río San Antonio.
Después de un breve asalto, con grandes bajas mexicanas, los cañones texanos pueden ser volteados para disparar al interior de la fortaleza contra los rebeldes, sigue un combate cuerpo a cuerpo y después el intento de huida de muchos de los defensores que son muertos a lanza o sablazo; no sobrevive nadie de los 200 defensores, de los cuales 130 eran estadounidenses, 22 europeos y sólo 10 texanos. Buena parte de los defensores eran propietarios de esclavos. Jim Bowie murió sobre su catre, Travis con el fusil en mano de un balazo en la frente y también David Crocket, cazador, trampero y dos veces representante (diputado) de 1827 a 1831 en el Congreso de Estados Unidos y candidato a un tercer periodo derrotado en 1835, que al parecer se rindió pero fue ajusticiado. Las bajas mexicanas fueron de unos 70 muertos y más de 250 heridos entre oficiales y tropa.
El día de ayer, sábado 5 de marzo, la batería ubicada al norte del fuerte abrió una pequeña brecha entre los muros en preparación al asalto final que hoy tiene lugar. Los hechos forman parte de la llamada “Guerra de Texas”.
Desde el 2 de octubre de 1833, representantes de 16 poblados reunidos en San Felipe bajo la dirección de Stephen Austin, acordaron formar un gobierno estatal en Texas que, separado de Coahuila, aboliera las prohibiciones sobre inmigración establecidas por la ley de 1830. Los propósitos reales de movimiento, eran legalizar la esclavitud en Texas, prohibida por las leyes mexicanas, y abrir el mercado inmobiliario especulativo para las grandes compañías norteamericanas de Luisiana, Kentuky, New York y Nueva Orleáns que ilegalmente vendían tierras y permisos para crear colonias en suelo aun mexicano. Obviamente, el gobierno de México no sólo rechazó la demanda, sino que encarceló a Austin, que la trató de negociar en la ciudad de México.
A partir de entonces, los enfrentamientos entre los llamados texanos y el gobierno mexicano crecieron: el 20 de junio de 1835, los colonos anglosajones tomaron el puerto de Anáhuac al mando de William B. Travis con el pretexto de liberar a los detenidos por un conflicto aduanero. A los pocos días, Jim Bowie al frente de milicianos anglosajones saqueó una armería en San Antonio y después intentó levantar a las tribus indias en contra del gobierno mexicano.
El 1º de septiembre siguiente, liberado por una amnistía general, Austin regresó a Texas, en donde fue recibido como un héroe y desde donde se pronunció por hacer nuevamente vigente la Constitución federalista de 1824 derogada por Santa Anna.
El 2 de octubre del mismo año, en González tuvo lugar una escaramuza entre rebeldes anglosajones comandados por el teniente coronel Moore y las tropas mexicanas al mando del teniente Francisco Castañeda, como resultado de una disputa por un pequeño cañón que los mexicanos les habían prestado para defenderse de los apaches.
Al día siguiente, Austin, partidario de la negociación y no de la guerra, cambió su posición y convocó a las armas; de prisa, en Pensilvania, Nueva York, Georgia y Nueva Orleáns, los especuladores financiaron el reclutamiento de “voluntarios”, muchos de ellos inmigrantes, con la promesa de que serían dotados de tierras.
Ya en virtual estado de guerra, los primeros enfrentamientos entre el ejército de Austin y los soldados mexicanos se suceden en las semanas siguientes en Goliad, San Francisco de la Espada y la Purísima Concepción de Acuña. En ellos se notó de inmediato la superioridad de las armas y de la destreza bélica de los rebeldes. Pero la declaración formal de guerra al gobierno mexicano se dio hasta el 7 de noviembre de 1835, misma fecha en que Sam Houston sustituye a Austin en el mando del ejército rebelde. Dos días después los mexicanos fueron derrotados en Goliad.
Del 4 al 10 de diciembre se combatió en las calles de San Antonio de Béjar y los mexicanos se concentraron paulatinamente en El Álamo. El día 11, ante la creciente fuerza de los norteamericanos y los escasos refuerzos que se han recibido de México, el general Martín Perfecto de Cos capituló y se retiró al sur del Río Grande. Por su parte, en las semanas siguientes, el grueso del ejército texano emprendió una expedición a Matamoros y sólo una parte permaneció en San Antonio y concretamente en El Álamo.
En la ciudad de México, tras la derrota, el 30 de diciembre, el Congreso mexicano declaró “piratas” a los extranjeros en armas y como tales, que serían fusilados sumariamente.
El 2 de marzo de 1836, en la capital de Texas, un grupo de rebeldes, mayoritariamente de origen estadounidense, declaró su independencia definitiva de México, la cual habían venido promoviendo apoyados por el presidente Andrew Jackson de Estados Unidos, a través de Sam Houston, exgobernador de Tennessee que llegó desde 1832 a levantar a los colonos, con el pretexto de que México se había convertido en una república centralista.
En la capital de México, cuando Santa Anna se enteró de los brotes de insurrección en Texas, de inmediato se aprestó a sofocarla. Como el país estaba en bancarrota, acudió a agiotistas y consiguió un préstamo de 60 mil pesos al 2.5% de interés mensual y con garantía personal de su propia hacienda de Manga del Clavo. Con una prisa que menguaba sus posibilidades de victoria, inició la organización para la reconquista de Texas.
Quizás habría sido más fácil embarcarse en Veracruz y desembarcar en las costas texanas en lugar de cruzar casi la mitad del territorio nacional de aquella época, pero la intención de Santa Anna fue reclutar hombres y hacerse de abastecimientos al paso, esto es, levantar un ejército sobre la marcha. De este modo logró reunir mayoritariamente por la leva a seis mil hombres sin experiencia de guerra y en su mayoría dotados de armas de la época de la Independencia, que aún así sólo contaba con 21 cañones. En el trayecto ordenó la fabricación de cartuchos y la requisa de fusiles a los particulares. Tan penosa fue su marcha a Texas, que ni siquiera llevaba un botiquín. La fatiga abundaba y el bastimento escaseaba, al grado que en Monclova puso a ración de media galleta a las tropas.
El ejército fue dividido en tres partes porque en una región tan poco poblada un gran contingente devastaría su economía. El calor y el frío, y hasta las hostilidades de los apaches diezman a los contingentes, las deserciones abundan. Sólo una tercera parte pudo llegar y cruzar el Río Grande, tras dejar una estela de cadáveres y de despojos a lo largo de su fatídico viaje. Pero su llegada causaba temores porque entre los colonos se decía que liberaría a los esclavos.
Tras 88 días de marcha, Santa Anna, al llegar a San Antonio Béjar el 23 de febrero de 1836, tomó el poblado y se encontró con que, conscientes de su arribo, algunos colonos y voluntarios norteamericanos al mando de Travis se habían concentrado en la fortaleza de El Álamo con 20 cañones y gran bastimenta. Santa Anna exigió rendición a discreción so pena de ser pasados por la espada si resistían. El Álamo fue cercado por los mexicanos y la bandera roja que significaba que no habría prisioneros fue izada en la catedral de San Fernando. Se inició el bombardeo que fue respondido por los defensores; los tiros de artillería y fusilería venían de ambos lados, y así seguirían los siguientes días. Pero las armas de los rebeldes tenían mayor alcance. El sitio duró por nueve días, durante los cuales los defensores esperaron inútilmente refuerzos. Hoy terminó el sitio.
El hecho será utilizado como propaganda para encender los ánimos de los rebeldes texanos bajo el grito de "Remember the Alamo", (Recuerden el Álamo). Finalmente los texanos obtendrán su independencia en mayo de este año mediante el Tratado de Velasco, el cual incumplirán al incorporarse en 1845 a Estados Unidos.
Para Paco Ignacio Taibo II (El Álamo, una historia no apta para Hollywood): “El mito fundacional, la piedra angular de Estados Unidos de América, que se reproduce en la educación y se multiplica en esa vertiente de la enseñanza pública, la verdadera, que para los estadounidenses es la televisión, se deposita en la batalla de El Álamo. Curiosamente ahí está la esencia, el number one, el corazón perverso de Norteamérica. Y curiosamente es un mito texano, y solo por extensión estadounidense, y curiosamente es un mito levantado sobre una apabullante derrota, y no tan curiosamente, por supuesto, es un mito militar y profundamente imperial. Y además se asienta sobre una potente cadena de mentiras.”
Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
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