Marzo 4 de 1813
A fines del mes anterior, llegó a la ciudad de México el brigadier Juan José Olazábal quien portaba la orden de la Regencia fechada el 16 de septiembre del año anterior, por la que el virrey Venegas es relevado y nombra para sucederle al mariscal de campo Félix María Calleja del Rey. Había rivalidad entre ellos.
Cuando Calleja se presenta en palacio el 28 de febrero, sale a recibirlo Venegas hasta la primera sala, le da el abrazo de felicitación y dos horas después estuvo a visitarlo en su casa. El día 4 de marzo siguiente toma Calleja posesión del puesto de virrey. En el palacio es la ceremonia: Venegas espera a Calleja con todas las autoridades en el salón principal, le entrega el bastón de mando; luego pasan a la sala del real Acuerdo y Calleja hace el juramento acostumbrado.
Apenas terminada la ceremonia, deja el palacio y se traslada con su familia á la casa del conde de Pérez Gálvez, en donde permanece hasta su salida para Veracruz, pocos días después. “Cruel y sanguinario, no fue por nadie sentida su separación, pero dejó justo renombre de integro en el manejo de los caudales públicos y de infatigable en las rudas labores del gobierno, acrecentadas por la difícil situación que crea la guerra desde el momento en que tomó posesión del mando superior.. […]
El nombramiento inquieta a los independentistas pues conocen de su crueldad. Calleja a los pocos días publica una proclama en la que se manifiesta partidario de la Constitución, “Establecido un justo medio entre la confusión de la democracia y la arbitrariedad del despotismo, sois ya ciudadanos dependientes de un poder moderado y justo, que subdividido en sus tres calidades esenciales, imposibilita á los que las poseen como en depósito, de abusar de su facultad, y reunir un excesivo mando, en perjuicio de vuestros derechos y de vuestra libertad. Vuestras manos industriosas no están ya ligadas ni sujetas á restricciones absurdas: podéis cultivar en vuestros campos cuanto ellos sean capaces de producir: nombraréis de entre vosotros mismos los que hayan de dirigir y cuidar de vuestra economía civil y los que hubiesen de representar la parte de vuestra soberanía en el Congreso nacional: publicaréis libremente vuestras ideas y pensamientos políticos, en cuanto no propendan á originar la división o trastorno del Estado; y seréis á la vez súbditos y gobernantes, pues que los empleos y destinos públicos son del español sabio y benemérito, ora haya nacido en la península, ora en América”. […] “Si á pesar de mi persuasión, y olvidando lo que debéis á la patria, al rey y á vosotros mismos os dejáis arrastrar del egoísmo, de la imprudencia, del odio y de aquellos vicios que no son compatibles con la paz de Nueva España, sabré usar inexorablemente del rigor de la justicia para apremiar á cada cual al desempeño de sus obligaciones, y aun cortar del cuerpo social todos los miembros corrompidos que puedan enfermarlo. Ni el título de americano ni el de europeo será para mí causa de indecisión en el premio o castigo […]. “Los buenos deben mirarme como á un padre; pero ¡ay de aquel que osare atentar contra la seguridad del Estado! Las leyes caerán sobre su existencia y yo seré el primero que pronuncie el terrible fallo”.
La situación del tesoro público al encargarse Calleja del virreinato, es delicada: hay una deuda de más de treinta millones de pesos; pide al Consulado y a particulares un préstamo de un millón de pesos con el interés de 6 por 100, consigue con facilidad el dinero pues el clero y los ricos comerciantes se oponen a la independencia. Luego, Calleja establece una junta permanente de arbitrios; suspende temporalmente el pago de sobresueldos, abonos y gratificaciones a empleados civiles y militares; manda a sus provincias de origen a los oficiales y a los empleados y remueve a los mexicanos empleados en la Secretaría del virreinato y nombra en su lugar a españoles. Además, reorganiza al ejército, hace levas y se prepara para una gran campaña contra los insurgentes.
Nacido en Medina del Campo, Valladolid, España, ca. 1755, inició su carrera militar durante el reinado de Carlos III en la desafortunada expedición de Argel. Llegó a la Nueva España en 1789, con el virrey Segundo Conde de Revillagigedo con el cargo de agregado al regimiento de infantería fijo de Puebla; desempeñó varios cargos y fue nombrado comandante de la Brigada de San Luis Potosí, ahí tuvo bajo su mando a Ignacio Allende y casó con, Francisca de la Gándara la hija del Alférez real quien tenía la Hacienda de Bledos. Tuvo gran influencia entre los campesinos locales. Cuando Hidalgo inició el movimiento de independencia, no esperó las órdenes del virrey y organizó el ejército del centro con cuatro mil hombres, mismo que llegó a ser muy poderoso y salió a combatirlo y lo derrotó en la batalla del puente de Calderón. También combatió a Morelos. Después del sitio de Cuautla se retiró a la que ya era su residencia, la Casa de La Moncada, que después sería el Palacio de Iturbide, ahí estableció una pequeña corte a la que asistían los descontentos con el gobierno de Venegas a quien acusaban de impotente para terminar con la revolución. Gobernó de 1813 a 1816: desapareció a la Inquisición para él controlar el poder; aumentó los impuestos para poder solventar las campañas militares contra los insurgentes; completó su ejército que llegó a ser de 40 mil hombres entre tropas de línea, milicias provinciales, y realistas organizados en las poblaciones y haciendas para combatir la Independencia; restableció el tráfico mercantil y el servicio de correos; y apresó a Morelos. Calleja, resuelto y sin escrúpulos, no contuvo los abusos de sus comandantes. Volvió a España llamado por Fernando VII para planear la reconquista de la Nueva España. En 1818 recibió el título de Conde de Calderón (por la batalla del puente); recibió también las cruces de Isabel la Católica y de San Hermenegildo. Fue capitán general de Andalucía y gobernador de Cádiz; luego en 1820 estuvo al mando de las tropas expedicionarias de Sudamérica mismas que se rebelaron antes de partir y Rafael Riego lo apresó. Luego de ser liberado, rehusó el gobierno de Valencia y fue nuevamente preso en Mallorca hasta 1823; en 1825 quedó acuartelado en Valencia hasta su muerte en 1828.
Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
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