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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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Liberales ganan la Batalla de San Jacinto. Por este triunfo, Juárez obtiene reconocimiento nacional e internacional.

Febrero 1 de 1867

Las fuerzas republicanas al mando de Mariano Escobedo, Jerónimo Treviño, Pedro Martínez y Francisco O. Arce, enfrentan y derrotan a las imperialistas de Miguel Miramón en la batalla de San Jacinto, Zacatecas.

A principios de este año, las tropas francesas habían desocupado Jalisco, Zacatecas, San Luis Potosí, Guanajuato y parte de Hidalgo. Juárez, para estimular a los combatientes, se acercó lo más posible a la vanguardia, al efecto había salido de Durango y el 22 de enero, instalado su gobierno en Zacatecas.

Después de algunos movimientos estratégicos hechos por ambos bandos, Escobedo pensó que Miramón no haría algo contra Zacatecas porque había enviado una columna militar para reforzar la plaza. Sin embargo, Miramón tenía la intención de aprehender a Juárez y a sus ministros y el 27 de enero atacó Zacatecas con tanta energía que logró llegar al centro de esa población.

Juárez y su gabinete se salvaron porque mandaron el carruaje del Presidente hacia una dirección y ellos, como jinetes, fueron hacia otra: “aunque muchos opinaron porque el gobierno se retirara de esta ciudad y para ello había razones muy poderosas de conveniencia política, sin embargo, yo no creí conveniente seguir esta opinión y me resolví a correr la misma suerte de nuestras tropas. [...] la idea tremenda de que mi anticipada retirada de esta ciudad introdujese el desaliento en las tropas y en el pueblo, me afirmaron más en mi resolución. [...] El Sr. Auza me mandó decir que me pusiera yo a salvo. Entonces monté a caballo, [...] (Juárez).

Miramón, siguiendo su audaz plan, tomó Zacatecas y ordenó a Severo del Castillo que desde el Bajío se moviera hacia San Luis Potosí para frenar el movimiento de Escobedo; pero Castillo se detuvo en San Miguel de Allende por falta de dinero; al enterarse Escobedo, trató de cercar a los imperialistas que además de estar lejos de sus centros de abastecimiento, no tenían apoyo.

Miramón evacuó Zacatecas y trató de no dar batalla, pero las tropas de Escobedo lo alcanzaron en San Jacinto, y ante su superioridad numérica, técnica, y moral, los regimientos de caballería se desbandan y Miramón sufre una derrota total, aunque logra escapar. Escobedo, -sin ser su conducta usual-, ordena que sean “pasados por las armas todos los extranjeros que se hicieron prisioneros con las armas en la mano [...] con excepción de los prisioneros heridos”. Y de los casi 500 prisioneros, 139 franceses, incluido Joaquín Miramón, hermano del jefe del ejército imperial, son fusilados.

Este triunfo sobre los franceses trae a Juárez el reconocimiento nacional e internacional. Karl Blind, alemán republicano, felicita a Juárez desde Londres: “En su hipócrita ignorancia, la Europa monárquica había pretendido llevaros la ‘civilización’ a punta de bayonetas. V. E., a la vez al permanecer fiel a los principios de libertad, [...] habéis hecho conocer a Europa los elementos del progreso, de civilización, de verdadera humanidad. Nos hacía falta un ejemplo de tal naturaleza para que los pueblos no cayesen en una esclavitud [...]. Sí, una nación ultrajada tiene el derecho, yo diría el deber, de no perdonar al usurpador que medita la degradación de los vivos, la desgracia de las generaciones futuras”.

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.