25 de Noviembre de 1810
El día anterior los insurgentes, conducidos por Allende, habían salido de dicha ciudad. Calleja se entera de la muerte de varios españoles provocadas por el negro Lino que había levantado a la chusma y que era conocido como el “tigre carnicero”, por lo que manda tocar a degüello. Después de varias muertes, refrena esta medida alegando sentimientos de humanidad.
Sin embargo, publica un bando en el que pide que bajo pena de muerte, sean entregadas armas y municiones, sean delatados los que hubiesen favorecido o fomentado la revolución; señala que cualquier reunión de más de tres personas será dispersada a balazos y que aquel que saliera de noche sin permiso de la autoridad, recibirá fuerte multa o doscientos azotes.
Los aprehendidos, sospechosos de la matanza, sin alguna formalidad, serán fusilados, bajo la vigilancia de Flon, Conde de la Cadena, “anciano de aspecto sórdido, de torva y recelosa mirada y de boca contraída por la ira y la venganza”. También será instalada una horca. Los muertos sumarán más de doscientos.
Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
|