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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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Iturbide ordena que la bandera nacional de su imperio, quede en franjas verticales y en el siguiente orden: verde, blanco y rojo

2 de Noviembre de 1821

El verde ocupa el primer lugar en el lienzo; al centro, sobre el blanco, un águila ligeramente de perfil coronada, las alas caídas y posando las garras sobre un nopal -no tiene culebra-; al último debe ir el rojo.

La representación del escudo nacional tiene su origen en el jeroglífico de la fundación de Tenochtitlan, del códice Mendocino, compuesto de tres elementos: el águila, que representa la fuerza cósmica del sol; el nopal, propio del paisaje del valle del Anáhuac y la roca; en la segunda mitad del siglo XVI, los españoles introdujeron la figura de la serpiente como representación de las potencialidades de la tierra.

Cuando el 24 de febrero de 1821 fue promulgado el Plan de Iguala, Agustín de Iturbide adoptó como bandera la llamada de “Las Tres Garantías”, en la que en franjas diagonales aparecían tres colores en el orden siguiente: Blanco, que representaba el ideal de conservar la religión católica; verde, la Independencia bajo la forma de gobierno monárquico moderado; y el rojo significaba la unión entre europeos y mexicanos; en la parte superior de cada franja, una estrella de cinco puntos; no tenía águila.

El 14 de abril de 1823, el Congreso Constituyente Mexicano decretará que el símbolo patrio se conforme de acuerdo a la tradición indígena: el águila de perfil posada sobre un nopal, devorando una serpiente y sin corona imperial, orlando la figura de ramas de encino y de laurel.