Enero 30 de 1925
Garrido Canabal promulga un decreto que restringe a uno por cada treinta mil habitantes, el número de sacerdotes que pueden oficiar en Tabasco.
El reglamento sobre cultos que se decreta pretende combatir el dogmatismo religioso, el fanatismo y las concepciones mágicas de la vida conforme a las ideas de Tomás Garrido Canabal, gobernador de Tabasco, el legendario y controvertido “hombre del sureste” de origen chiapaneco y descendiente de rico ganadero, que al decir de Carlos E. Ruiz Abreu y Jorge Abdo Francis (El Hombre del Sureste) era “cacique pero revolucionario, caudillo pero autoritario, fanático pero progresista”.
El decreto expedido en Villahermosa, Tabasco, firmado también por Francisco Trujillo Gurría, secretario general de gobierno, señala que en virtud de que el estado tiene una población de 187,000 habitantes y considerando que cada sector en que puede oficiar un ministro de cualquier culto debe constar de 30,000 habitantes, la entidad quedará dividida en seis sectores en donde podrá oficiar un ministro siempre que sea de nacionalidad mexicana por nacimiento “y que sus prácticas religiosas estén prescriptas dentro de las Leyes de Reforma y nuestra Carta Magna; en tal virtud, para su exacto cumplimiento así como para satisfacer debidamente el espíritu del artículo 130 de nuestra Constitución General, hago del conocimiento de los señores Ministros, que sólo seis de cada culto podrán oficiar en el Estado, con las residencias que gusten”.
El gobernador Garrido Canabal, afiliado al “callismo” y formado bajo la influencia ideológica de Felipe Carrillo Puerto, Salvador Alvarado y Francisco J. Múgica, considera que hay que librar al hombre de dos vicios principales: el alcoholismo y la religión; el primero, porque es fuente de trastornos morales y económicos en las familias, e inclusive hizo salir del estado de Tabasco a su propio padre por ser aficionado a la bebida; la segunda, porque impide una visión racional y científica de la vida, condena a los pobres a la ignorancia y a la resignación, y somete a los pueblos a la explotación de sus miedos y de sus esperanzas por los sacerdotes.
Por lo anterior, Garrido Canabal ha emprendido una activa campaña anticlerical y antialcohólica (“Abajo los curas y el aguardiente, ¡viva la transformación del pueblo!”), que comprende la clausura de iglesias y conventos, la quema de imágenes y esculturas de santos, y la organización de activistas como el de “los maestros ateos”, que chocan con los grupos de católicos, a veces en forma sangrienta. Garrido cree que “el fanatismo se combate con el fanatismo”. Asimismo, mantiene campañas permanentes contra el alcoholismo mediante las cuales, se prohíbe su consumo, se destruyen alambiques y botellas y se castiga a los borrachos. Actúa de modo similar contra los juegos de azar.
En 1928, la nueva Constitución Política de Tabasco, en su artículo 477, establecerá que "el que importe, exporte, transporte, comercie, compre, venda, ministre o elabore cualquier forma o variedad de bebidas alcohólicas inclusive la cerveza, se hará acreedor a una pena de seis años de prisión y multa de quinientos a cinco mil pesos [...]. Si alguno de los actos antes mencionados fuere ejecutado por comerciantes en sus establecimientos, serán éstos clausurados por un término que no bajará de tres meses ni excederá de un año, sin perjuicio de aplicar al comerciante las penas a las que se haya hecho acreedor de acuerdo con la presente Ley. Sólo las farmacias y boticas podrán tener existencias de alcohol y sus derivados para la preparación exclusiva de medicinas con lo que determinen los reglamentos del Departamento de Higiene...".
Paralelamente, Garrido Canabal alienta la educación pública “racionalista”, la agricultura y, sobre todo, la ganadería, con la importación de ejemplares de razas finas de diversos países y la erradicación de la fiebre aftosa, sin matar ni quemar el ganado, sino por medio de procedimientos médico-veterinarios. Por estas acciones, el presidente Elías Calles diría que el Tabasco garridista era el "faro de la Revolución Mexicana".
Bajo el gobierno de Garrido Canabal, Tabasco vive una época de grandes cambios de organización social innovadora, como los jóvenes camisas rojas, que "con gran entusiasmo se pronunciaban a favor de la educación racionalista, del laicismo y de la liberación de las mujeres del yugo machista y la moral cristiana. Los Camisas Rojas son una especie de vanguardia juvenil que se había extendido en prácticamente todos los municipios del estado y que parecía rendirle pleitesía y lealtad al gobernador Garrido Canabal." Pérez Montfort Ricardo. Lázaro Cárdenas.
También durante su gobierno, existió un gran florecimiento económico por la exportación del plátano, y lo mismo fue notable por la organización de ferias y exposiciones agrícolas-ganaderas.
Años más tarde, siendo Garrido Canabal gobernador de Tabasco por segunda vez, Lázaro Cárdenas llamará a Tabasco “el laboratorio de la Revolución” durante su campaña presidencial y poco después, al sufragar en los comicios respectivos, hará público su voto por Tomás Garrido Canabal para presidente de la República. Asimismo, lo nombrará Secretario de Agricultura, cargo al que Garrido Canabal renunciará al darse el rompimiento Cárdenas-Calles para continuar siendo fiel al jefe “máximo” de la Revolución.
Tomás Garrido Canabal nació el 20 de septiembre de 1890 en la finca «Punta Gorda», Playas de Catazajá, en los límites de Tabasco y Chiapas. Expulsado de la secundaria de Tabasco por participar en una manifestación contra el gobernador porfirista Abraham Bandala, concluyó sus estudios en Veracruz. En 1913 se unió al Ejército Constitucionalista y después se tituló de abogado en Campeche a los 25 años.
Regresó a Tabasco como juez de distrito durante el gobierno del general Francisco J. Mújica, liberal jacobino que cambió el nombre de la capital San Juan Bautista por el de Villahermosa. Bajo su influencia y de las ideas del general Salvador Alvarado y de Felipe Carrillo Puerto, fortaleció su ideología radical. Fue nombrado gobernador interino de Tabasco de agosto de 1919 a enero de 1920. En mayo siguiente, se adhirió al Plan de Agua Prieta y viajó a Sonora para ofrecer su apoyo a Álvaro Obregón, quien le encomendó el gobierno interino de Yucatán poco más de un mes. En 1922 fue electo gobernador de Tabasco para el período 1923-1926. Después fue senador de la República y sufrió un intento de asesinato por miembros de organizaciones católicas, por lo que marchó a los Estados Unidos.
En 1930 fue por tercera ocasión gobernador de Tabasco, cargo al que renunció en 1934 para ocupar el cargo de secretario de Agricultura y Ganadería del presidente Lázaro Cárdenas. Desde el 19 de diciembre de 1934, los camisas rojas iniciaron sus desmanes decapitando la imagen de la virgen de Guadalupe en Cuernavaca, pero fueron rechazados por los creyentes y tuvieron que huir. Y días después, el 30 del mismo mes, en la parroquia de San Juan Bautista, en Coyoacán, agredieron a los fieles cuando salían de misa, con un saldo de doce católicos y un garridista muertos. El día primero de 1935 la protesta por la impunidad de los agresores, reunió a más de veinte mil católicos en demanda de justicia. Fueron aprehendidos los camisas rojas participantes y por violaciones a la Constitución, el arzobispo de México, Pascual Díaz Barreto, lo que provocó un escándalo internacional. Garrido siguió como secretario, sólo saldría del gabinete el 15 de junio de 1935 con el rompimiento de Cárdenas con Elías Calles: “Entré al Gabinete como amigo del señor general Calles, y estoy obligado a aceptar mi responsabilidad a su lado”. (Dromundo Baltasar. Tomás Garrido).
Tras desempeñar una misión presidencial en Centroamérica y República Dominicana, radicó en Costa Rica de 1935 a 1941. Volvió a México y falleció el 8 de abril de 1943 en la ciudad de Los Ángeles, California, EE. UU.
En su recuerdo, llevan su nombre varias calles de ciudades tabasqueñas, así como el principal parque de la ciudad de Villahermosa.
Aun se escuchan en las fiestas cívicas, las notas de "El Hombre del Sureste", que honran su memoria:
Hay en el sureste
un hombre de acción,
que a todas las huestes,
que a todas las huestes,
trajo redención.
Detesta los vicios,
odia el fanatismo,
y con sus auspicios,
y con sus auspicios,
alza el obrerismo.
Es creador de ferias,
ferias del trabajo;
aleja miserias,
aleja miserias
y alienta al de abajo.
Odia el alcoholismo
y al cura menguado;
hundió al fanatismo,
hundió al fanatismo
que al pueblo ha sangrado.
Trajo la enseñanza
porque es progresista
y con gran confianza
se abren las escuelas
hoy racionalistas.
Le forma al obrero
sus cooperativas
y siempre sincero
y siempre sincero
forma gente activa.
En la agricultura
piensa noche y día
y con gran bravura
nos da como ejemplo
la ganadería.
Ese hombre es Garrido,
un hombre de acción,
que al pueblo oprimido,
que al pueblo oprimido
trajo redención.
(Pedro Gutiérrez Cortés)
Doralicia Carmona. Memoria Política de México.
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