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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

Este Sitio es un proyecto personal y no recibe ni ha recibido financiamiento público o privado.

 
 

 


 


1827 El padre Joaquín Arenas invita al general Ignacio Mora a encabezar una rebelión para variar la forma del gobierno mexicano.

Enero 18 de 1827

El fraile dieguino le presenta un plan que propone la reincorporación de México a la Corona Española al grito de “¡viva España, viva la religión de Jesucristo!”, el reconocimiento del Papa y la concesión del Patronato, pues tal es el deseo de la gente devota.

Se trata de arrestar al general Vicente Guerrero y al presidente Guadalupe Victoria, si no se adhiere a dicho plan y de reponer en sus destinos a los europeos. Señala que se cuenta con los cabildos eclesiásticos de México y con el comandante general de Puebla José María Calderón, y de su obispo, así como elementos del ejército. Además, afirma que ya hay un comisionado regio implicado en la conjura, que será el encargado de conceder amnistías facultado por el Rey de España. La revuelta estallará el 20 de enero siguiente.

El general Ignacio Mora informará de inmediato al presidente Victoria y éste le instruirá de que cite al padre y le haga repetir su plan, en tanto es escuchado sin que se dé cuenta por el diputado José María Tornel, el senador Francisco Molinos del Campo y el teniente coronel Ignacio de la Garza Falcón, acompañado de sus ayudantes. Arenas expondrá nuevamente su plan y lo sostendrá cuando los personajes ocultos entren a la sala en que se encuentra. Al verse aprehendido, gritará que no le importa ir al cadalso por la ley de Jesucristo.

Arenas ratificará que cree que el gobierno más análogo a lo bueno es el de Fernando VII, que la religión de España es la más pura y sin mezcla de secta alguna, y que él es el autor del plan cuyo escrito ya quemó, pero negará que hay más implicados en el intento de revuelta.

Al otro día, será cateado el Convento de San Diego y en la celda del padre Arenas se encontrarán dos pistolas y algunos documentos en los que se menciona al dominico Francisco Martínez, religioso español.

Será sujeto a proceso y condenado como traidor por unanimidad de votos de un consejo de guerra militar a la pena de muerte, con un letrero en el pecho que diga: “Por traidor a la Nación.” “Pague este desgraciado e imprudente religioso con su vida el delito que cometió, para que a él le sirva de castigo y a los demás de escarmiento: lo exije así la salud pública, a fin de que los enemigos interiores  y ocultos de la Patria conozcan, que así como aprecia y venera respetuosamente a los sacerdotes que llenan sus deberes, castiga enérgicamente, aunque con el mayor sentimiento, a los que olvidados de sus delicadas y santas obligaciones de ministro de paz, se convierten en sus enemigos.”

El clero impugnará la sentencia por no haberse cumplido el requisito de desafuero y degradación previa por parte de la Iglesia. El fiscal alegará que el propio delito cometido privaba a Arenas de su fuero. No obstante, el cabildo eclesiástico de la ciudad de México, en ausencia de obispo, aprobará la consignación y entrega de Arenas a la jurisdicción militar.

El día fijado para su ejecución y con el fin de lograr su indulto, Arenas declarará que el autor del plan es el padre Martínez y que la conjura se había iniciado en Oaxaca. Que había visitado al general Gregorio Arana, de quien sospechaba estaba en la conjura y quien le había pedido el plan; pero al enterarse de que Arana era masón, se separó de los conspiradores y formuló el plan que le presentó al general Mora. Ya enterado de la negativa del indulto, Arenas  se retractará de esta declaración.

Será fusilado por la espalda el próximo día 2 de junio, sin hábito, vestido de civil con un traje negro y con botas.

Arenas nació en España y perteneció a la orden de los dieguinos, rama de los franciscanos descalzos.  En México, además de sus actividades religiosas, fue monedero falso, que escondía tras una fábrica de jabón.

El padre Martínez y el general Arana, también implicados en la conspiración, serán juzgados y fusilados. Los generales Negrete y Echávarri, mencionados por Arana, serán expulsados del país.

Doralicia Carmona. MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.