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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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Se instala el Primer Congreso Feminista en Mérida, Yucatán.

13 de enero de 1916

Se reúne En el Teatro Peón Contreras, con asistencia de 617 delegadas. El general Salvador Alvarado, gobernador y comandante militar de Yucatán convocó a su realización el 28 de octubre pasado, considerando que “es un error social educar a la mujer para una sociedad que ya no existe..., pues la vida activa exige su concurso en la mayoría de las actividades humanas; que para formar generaciones libres y fuertes es necesario que la mujer obtenga un estado jurídico que la enaltezca y una educación que le permita vivir con independencia; y que el medio más eficaz de conseguir estos ideales, o sea los de libertar y educar a la mujer, es concurriendo ella misma con sus energías e iniciativas a reclamar sus derechos, a señalar la educación que necesita y a pedir su ingerencia en el Estado, para que ella misma se proteja”.

La junta organizadora del congreso estuvo constituida por Consuelo Zavala, Dominga Canto, Adolfina Valencia de Ávila, María Luisa Flota, Beatriz Peniche, Amalia Gómez, Piedad Carrillo Gil, Isolina Pérez Castillo, Elena Osorio, Fidelia González, Candelaria Villanueva, Lucrecia y Adriana Vadillo, Rosina Magaña y Consuelo Andrade. Las reuniones que tendrán lugar los días siguientes serán presididas por Adolfina Valencia y como secretaria Consuelo Ruz Morales.

Escribe Enriqueta Tuñón (Las feministas y la Constitución del 17) en Proceso BI-CENTENARIO:

“El gobernador encargó la preparación del congreso a la profesora Consuelo Zavala, quien, junto con la comisión organizadora, sólo tuvo un poco más de dos meses para darle publicidad e invitar a las ponentes. Como el mandatario exigió que estas debían ser "honestas" y tener cierto grado de educación, la mayor parte de las asistentes fueron profesoras. Les ofrecieron el boleto de tren gratis, licencia para ausentarse de su trabajo y ocho pesos diarios de viáticos.

Cuando se leyó la ponencia de Hermila Galindo, titulada ‘La mujer en el porvenir’, no sólo causó un escándalo entre las asistentes, que tenían muchos prejuicios contra el feminismo, sino que los periódicos la acusaron de inmoral y propagadora del amor libre porque afirmaba que las mujeres tenían instintos sexuales tan fuertes como los hombres y que necesitaban clases de fisiología, de anatomía y de higiene para controlar sus cuerpos. Las discusiones dividieron a las ponentes en moderadas y radicales. Ubicada entre las segundas, Hermila también defendía el divorcio y criticaba la religión, mientras que las representantes del ala moderada se declaraban en contra del feminismo.

Se impusieron las moderadas, y si bien todas defendían el derecho a una educación subsidiada por el Estado que les permitiera desarrollar su potencial como personas y sostenerse a si mismas, las radicales insistieron en que debía combatirse la influencia de la Iglesia con escuelas racionalistas, exigieron participación en la vida política del país y presentaron una propuesta para reformar el Código Civil de 1884 con el propósito de eliminar la discriminación de las mujeres.

Cuando en uno de los últimos aspectos del congreso se discutió el sufragio femenino a nivel municipal, y en contra de esa propuesta se argumentó la poca preparación de las mujeres y la falta de un movimiento colectivo que demandara el voto, Francisca Ascanio respondió: "No es necesaria la experiencia previa para entrar alas luchas sufragistas, porque nunca la experiencia es previa y porque la practica se adquiere en la lucha".

Los trabajos serán clausurados el siguiente día 16 de enero. Según la Enciclopedia de México, las conclusiones sobre los cuatro temas propuestos fueron los siguientes:

1. “¿Cuáles son los medios sociales que deben emplearse para manumitir a la mujer del yugo de las tradiciones?”. Se acordó dar a conocer en los centros de cultura la potencia y la variedad de sus facultades y su aplicación a las ocupaciones desempeñadas por el hombre; gestionar la modificación de la legislación civil para otorgarle mayores libertades; fomentar los espectáculos que estimulen los ideales del libre pensamiento; darle una profesión u oficio que le permita ganarse el sustento; e inducirla a no tener otro confesor que su conciencia.

2. “¿Cuál es el papel que corresponde a la escuela primaria en la reivindicación femenina, ya que aquélla tiene como finalidad preparar para la vida?”. Se acordó proponer la supresión de las escuelas verbalistas y sustituirlas por institutos de educación racional, en que se despliegue la acción libre y puedan orientarse las generaciones hacia una sociedad en que predominen la armonía y la conciencia de los deberes y derechos.

 3. “¿Cuáles son las artes y ocupaciones que deben fomentarse y sostenerse en el Estado y cuya tendencia sea preparar a la mujer para la vida intensa del progreso?”. Se acordó solicitar la creación de una academia de dibujo, pintura, escultura y decorado; el establecimiento de clases de música y de fotografía, peletería, trabajos de henequén, imprenta, encuadernación, litografía, fotograbado, grabado en acero y en cobre, florería y cerámica en las escuelas vocacionales; y la multiplicación de las escuelas granjas mixtas.

4. “¿Cuáles son las funciones públicas que puede y debe desempeñar la mujer a fin de que no solamente sea elemento dirigido sino también dirigente de la sociedad?”. Se advirtió que deben abrírsele las puertas de todos los campos de acción y que “la mujer del porvenir podrá desempeñar cualquier cargo público que no exija vigorosa constitución física, pues no habiendo diferencia alguna entre su estado intelectual y el del hombre, es tan capaz como éste para ser elemento dirigente de la sociedad”.

Meses más tarde se realizará el Segundo Congreso Feminista del 23 de noviembre al 2 de diciembre del mismo año, con la asistencia de sólo 234 mujeres. Esta vez se impondrán las radicales y se aprobará otorgar a la mujer el voto en las elecciones municipales, pero sin posibilidad de ocupar puestos en los ayuntamientos, lo cual provocará el disgusto de sufragistas destacadas como Elvia Carrillo Puerto.

Concluye Tuñón: “Los congresos feministas de 1916 fueron muy importantes no sólo porque las mujeres mexicanas expresaron publicamente, por primera vez, su idea acerca del papel que jugaban en la sociedad y, al mismo tiempo, exigieron que se les reconocieran derechos políticos, sino también porque ejercieron un dialogo con el Estado y sentaron un importante precedente para las luchas feministas de los años posteriores.

Doralicia Carmona. MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.