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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

Este Sitio es un proyecto personal y no recibe ni ha recibido financiamiento público o privado.

 
 

 


 


Ordena el presidente Salinas al Ejército cese el fuego en Chiapas.

12 de enero de 1994

 

Desde el Salón Venustiano Carranza de la residencia oficial de Los Pinos, el presidente Carlos Salinas de Gortari anuncia: “Con toda responsabilidad he tomado la decisión de suspender toda iniciativa de fuego en el estado de Chiapas". La determinación obedece a que el Ejército mexicano alcanzó ya "el primer objetivo en su misión constitucional de garantizar la seguridad en la región, tomando en cuenta el sentimiento y la opinión de la nación y por las propias convicciones del Presidente de la República… Aquellos que hayan participado por presión o desesperación, y que ahora acepten la paz y la legalidad, encontrarán el perdón… Si los grupos armados no deponen a su vez sus acciones agresivas, el Ejército tendrá que defenderse y defender a la población civil… La tarea más urgente es construir este nuevo espacio de conciliación… Deseo fervientemente que esta decisión del gobierno de la República, que recoge el sentimiento de la sociedad, sea el primer paso para salvar vidas y para encontrar nuevos caminos de reconciliación".

Agrega que se continuará llevando alivio y alimento a los afectados por la confrontación y se redoblará la atención a las demandas sociales de las comunidades indígenas de los Altos y la selva de Chiapas con su activa participación. "Actuaremos para asegurar mejor justicia.”

Concluye diciendo: "Ahora actuamos todos en favor de la paz y la reconciliación. Mostramos así, con la voz de un México unido, que la fuerza de la paz es inmensamente mayor que la capacidad de daño de cualquier grupo violento agresor".

Horas antes, en la tarde de hoy, una multitud, estimada en más de 50,000 personas, partiendo del Monumento a la Revolución, en la “Marcha por la Paz”, encabezada por Heberto Castillo, Porfirio Muñoz Ledo, Cuauhtémoc Cárdenas, Jesús González Schmal, René Bejarano, Miguel Concha, entre otros, arribó a la plaza de la Constitución.

En nombre de las más de 30 organizaciones sociales y civiles, el sacerdote Miguel Concha hizo un llamado a todos los mexicanos y expresó que nadie debe sentirse al margen ni eludir su responsabilidad sobre lo que ocurre en Chiapas. Queremos paz, dijo, pero no a cualquier precio, sino una paz verdadera, "que nazca de la justicia para todos, del reconocimiento y respeto de todos los derechos para todos. Una paz que requiere de la supresión de la violencia, pero también supresión de las causas".

Y para resolver este conflicto, demandó el reconocimiento del gobierno al EZLN, que éste responda al gobierno a la negociación cuando sea convocada por el gobierno y que ambos reconozcan a los obispos de Chiapas, sobre todo a Samuel Ruiz, como interlocutores válidos.

De igual modo, los demás oradores se pronunciaron por el cese inmediato al fuego en contra de los indígenas en Chiapas; protestaron por el "exceso de fuerza" utilizado en contra de la población civil; por el "ocultamiento" de la verdad y exigieron el inicio de un verdadero diálogo para fincar la paz en esa región del territorio nacional. Asimismo, se manifestaron contra la acción del Ejército mexicano, en esa entidad del sureste.

La multitud, integrada por perredistas, intelectuales, obreros, campesinos, estudiantes, amas de casa, organizaciones populares y políticas, estuvo de acuerdo que la única salida que existe para el conflicto bélico en aquella entidad es el diálogo.

El embajador estadounidense James R. Jones (Estévez Dolia. El Embajador) se atribuye el mérito de haber convencido al presidente Salinas de desistir del uso de la fuerza militar porque iba a destruir todo lo logrado: gracias a la cobertura de CNN, el conflicto ya era una noticia mundial y de continuar la guerra, los inversionistas saldrían en estampida socavando las reformas económicas y el TLC.

Doralicia Carmona. MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.