7 de enero de 1994
Hoy miles de manifestantes provocaron un gran embotellamiento de vehículos y el cierre de los comercios en el Centro Histórico, exigieron el cese al fuego contra la población civil en el norte de Chiapas; la renuncia del secretario de Gobernación, Patrocinio González Garrido; no al derroche del erario en campañas políticas; libertad a los presos políticos; el despido inmediato de funcionarios corruptos, la introducción de servicios urbanos en colonias de la periferia y un salario mínimo digno. En completo orden y sin realizar “pintas”, por medio de mantas, bambalinas, volantes, consignas y coros, dieron a conocer sus exigencias, sus peticiones, sus quejas, sus necesidades y sus denuncias.
Por la mañana, una marcha, encabezada por la Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata (UPREZ) inició en el Monumento de la Revolución y llegó frente a la Secretaría de Gobernación; entretanto, integrantes de la Asamblea de Barrios y luchadoras sociales, como Jesusa Rodríguez, Benita Galeana y la asambleísta perredista Amalia García, marcharon hacia las instalaciones de TELEVISA de avenida Chapultepec, donde el dirigente de la Asamblea de Barrios, Marco Rascón, entregó un documento contra la censura y manipulación de los medios de comunicación, puesto que la paz sólo se logrará si se habla con la verdad.
Otra manifestación, dirigida por la Coalición Cívica Popular (CCP), conformada por ocho organizaciones sociales, tuvo lugar a la entrada de las oficinas de la Organización de las Naciones Unidas, en Polanco, en donde los manifestantes entregaron dos cartas: una, en la que piden la renuncia del titular de la Secretaría de Gobernación; y otra, en la que solicitan la intervención del secretario de la ONU, Butros Ghali, para que ponga fin al bombardeo militar a la población civil, en el norte de Chiapas.
La marcha más numerosa tuvo lugar por la tarde y fue la organizada por el Movimiento Proletario Independiente (MPI), que avanzó por el Paseo de la Reforma, y se detuvo frente a la embajada de Estados Unidos para gritar consignas contra el imperialismo norteamericano, antes de continuar hacia la plaza de la Constitución.
La Bandera monumental del zócalo fue arriada sin honores a las 16:20 horas, para que la ceremonia no coincidiera con la llegada de los manifestantes. No hubo tambores, ni cornetas. La Bandera se arrió por un grupo muy pequeño de soldados, que esta vez no hicieron valla desde el asta a las puertas del Palacio Nacional, sólo la hicieron hasta donde termina la calle.
Pese a las consignas de “aquí, allá, la lucha seguirá", "contra la represión, más organización", "gobierno electorero no reprimas al obrero", "pueblo escucha, ésta es tu lucha" y "la lucha no ha acabado para el proletariado", el arribo de los manifestantes a la plaza de la Constitución fue en completo orden, pero las puertas del Palacio Nacional fueron cerradas y se reforzó la vigilancia en las entradas de la sede del gobierno de la ciudad. Un autobús del Sindicato de Ruta 100, colocado en el centro de la plaza de la Constitución, sirvió de estrado, a cuyos lados se encontraban grandes retratos de Emiliano Zapata y de José María Morelos y Pavón.
Durante el mitin, los oradores señalaron que el conflicto armado en Chiapas en el que han muerto militares, campesinos, civiles y policías, es producto de la sistemática violencia aplicada con medidas gubernamentales injustas, la negación a una vida digna, a la educación, a la libertad y a una verdadera democracia, y que estos acontecimientos muestran que el pueblo es capaz de revelarse contra el irresponsable manipuleo de que es objeto por parte de quienes intentan preservar el poder. "Los campesinos han sido duramente afectados por las reformas al articulo 27 de la Constitución, que ha devastado al campo; no tienen créditos. Los habitantes de zonas marginadas carecen de vivienda digna, educación, agua, drenaje y transporte".
Ricardo Barco, asesor del Sindicato de Trabajadores de Ruta 100, exigió la renuncia de Patrocinio González Garrido, "quien no tiene autoridad para permanecer en ese cargo"; el cese inmediato al bombardeo contra la población civil en el norte de Chiapas; el reconocimiento jurídico del Ejército Zapatista de Liberación Nacional EZLN como grupo beligerante, con el fin de que en igualdad de condiciones inicie un diálogo de paz con el gobierno de la Republica; exigió que las partes implicadas respeten los convenios de Ginebra y den trato de prisioneros de guerra a quienes sean detenidos en la zona de conflicto; demandó que el gobierno mexicano respete los derechos humanos de los alzados, y que se apliquen medidas inmediatas de solución a los problemas económicos, culturales, políticos y sociales que afectan a Chiapas. Los integrantes del MPI también expresaron, en carta abierta, su inconformidad respecto al sistema político mexicano, que "se sustenta en la injusticia, el corporativismo, la represión y la antidemocracia".
A las demandas ya mencionadas, se agregó la exigencia al gobierno de garantías para que no se repita la guerra sucia de la década de los 70 contra grupos inconformes, y tampoco masacres como las ocurridas el 18 de mayo de 1967 en Guerrero, y el 2 de octubre en la ciudad de México.
En ninguna de las movilizaciones se presentaron hechos violentos.
Doralicia Carmona. Memoria Política de México.
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