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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

Este Sitio es un proyecto personal y no recibe ni ha recibido financiamiento público o privado.

 
 

 


 


Las Provincias de Centro América se unen al Imperio Mexicano

5 de enero de 1822

 

Se realiza la anexión, gracias a las negociaciones entre el brigadier Gabino Gainza y Agustín de Iturbide, quien considera la anexión como una consecuencia inevitable de la independencia mexicana. Para el Ejército Trigarante la posibilidad de que esos territorios permanezcan bajo la corona española o se declararen en independientes, es una cuestión de seguridad nacional, además de que imaginan al nuevo imperio como una futura potencia continental.

Iturbide ofreció a los centroamericanos apoyo para consumar su independencia, respeto a sus autoridades y representación suficiente en el Congreso Mexicano. Así, desde el 15 de Septiembre de 1821, cuando fue proclamada la independencia de Centro América en la ciudad de Guatemala, se consideró seriamente la posibilidad de unirse al naciente Imperio Mexicano, aunque los grupos republicanos, contrarios a la monarquía, lograron aplazar la decisión final, pese a que autoridades provinciales de Chiapas, Honduras y Nicaragua ya se habían sumado directamente al Plan de Iguala.

Para acelerar la unión, Iturbide advirtió que podría enviar un ejército que respaldara a los grupos que favorecieran la anexión. Ante la amenaza se optó por no debatir la cuestión en el congreso y efectuar una consulta directa a los Ayuntamientos mediante una circular del capitán general Gabino Gainza, en la que se invitaba abiertamente a votar por la unión con México dada la crisis prevaleciente en la región, acompañada de una copia de la carta de Iturbide en la que se señalaban los términos de la anexión. Paralelamente, se reprimió con violencia la oposición republicana que rechazaba la unión.

El resultado de la consulta fue el siguiente: 104 ayuntamientos aceptaron plenamente secundar el Plan de Iguala, 11 lo hicieron bajo ciertas condiciones, 32 manifestaron su respaldo a cualquier resolución que adoptara la Junta, 21 insistieron todavía en remitirse a la decisión del Congreso según lo acordado el 15 de septiembre, y sólo dos ayuntamientos votaron en contra. Con base en esta votación, hoy se levanta el acta correspondiente que formaliza la anexión.

Sin embargo, el gobierno republicano de San Salvador, se negará a aceptar la unión a México y en los días siguientes romperá relaciones con el gobierno de Guatemala por la decisión adoptada.

Ante esta resistencia, Iturbide mandará al general Vicente Filisola al frente de 480 efectivos, entre jefes, oficiales y tropa, como una fuerza superior a la tropa centroamericana y capaz de disuadir a los disidentes republicanos.

Pero el general Gaínza, desobedeciendo las órdenes de Iturbide, que pretendía conciliar a las facciones, se le adelantará y lanzará sus tropas contra sus opositores de Honduras, Quetzaltenango y San Salvador, con lo que la región se verá envuelta en una primera guerra civil.

A su llegada, el general Filisola tratará de mediar entre las partes en conflicto, pero los intereses económicos y especialmente la posesión del puerto de Acajutla, impedirá llegar a un acuerdo definitivo.

Derrotadas las fuerzas de Gainza por los salvadoreños, habrá oportunidad para que Filisola releve en el mando al general Gainza y asuma el gobierno en tanto llega el mariscal José Morán, marqués de Vivanco, nombrado por Iturbide.

Paulatinamente, Filisola será cooptado por la oligarquía guatemalteca, lo cual lo enajenará de los otros grupos; pero mantendrá una relación conflictiva con el ayuntamiento de Guatemala; y sufrirá penurias económicas porque la guerra civil mermará la recaudación fiscal y el Imperio tampoco podrá distraer recursos en su ayuda.

Ya coronado Iturbide, le ordenará a Filisola emprender una campaña final contra los republicanos salvadoreños, pero la imposibilidad de una victoria rápida, obligará a Filisola a firmar un armisticio con ellos, que en realidad lo que buscaban era ganar tiempo mientras el Imperio Mexicano se derrumba.

Con el apoyo de la oligarquía guatemalteca, Filisola ordenará una nueva y sangrienta represión contra los salvadoreños. Avanzará sobre su territorio, pero se detendrá en la Villa de Cojutepeque, porque una fuerza salvadoreña desbanda a sus tropas y les quita armas y municiones; en lugar de batallar en el campo abierto que le es favorable, optará por retirarse y fortificarse en Mapilapa para concentrar una fuerza militar superior a la de los rebeldes.

Después pondrá sitio a San Salvador durante dos meses y tras varios enfrentamientos sangrientos, el 9 de febrero de 1823, Filisola ocupará  la ciudad de San Salvador y hará jurar a los ediles su lealtad a México y a su Emperador.

Sin embargo, para entonces Iturbide está derrotado y Filisola, ante el fracaso de la unión con México, convocará a las provincias a establecer sus propios congresos y dejará en libertad a sus soldados para que se establezcan en la región.

Entretanto, en el Congreso de México, se condenará a Filisola por faltar a la resolución del 10 de julio pasado que prohibe tomar las armas en contra de alguna de las provincias del Imperio y además, se escucharán exhortos al gobierno para que otorgue la libertad a Guatemala.  Finalmente, se acordará que sean las propias provincias guatemaltecas las que decidan libremente si se incorporan a México y al efecto, se nombrará una comisión para analizar el caso.

El 24 de junio siguiente, Filisola establecerá el Congreso en la ciudad de Guatemala, dentro de un ambiente de repudio general a los mexicanos. Días más tarde, los diputados condenarán la anexión y decidirán separarse de México. El 1º de julio siguiente, proclamarán su independencia y su congreso se transformará en Asamblea Nacional Constituyente.

Cuatro días más tarde, Filisola solicitará su relevo de los puestos que ha ocupado.  Y finalmente, el día 16 de julio, el Congreso ordenará la salida de las tropas mexicanas de su territorio. La unión con México habrá durado sólo año y medio.

El general Filisola marchará a pacificar Chiapas y a evitar su separación de México.

Vicente Filisola nació en Rivelle, Italia, en 1785. Militar de carrera, luchó contra las fuerzas insurgentes y al triunfo del Plan de Iguala, fue el primer jefe del ejército independiente que entró con 4 mil hombres a la ciudad de México, tres días antes de que lo hiciera el Ejército Trigarante.

Después de la campaña en Guatemala, durante la guerra de Texas y con el grado de general de división, Filisola combatió a los rebeldes; pero cuando Santa Anna cayó prisionero de los texanos, obedeció sus órdenes de retirarse hasta el Río Bravo, en lugar de continuar la lucha, por lo cual se intentó juzgarlo, pero al terminar la guerra no hubo acción contra él. Más tarde fue presidente del Supremo Tribunal de Guerra. Escribió Memoria para la guerra de Tejas en 1848. Murió en la ciudad de México en 1850.

Doralicia Carmona. MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.