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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

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ISBN 970-95193

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1946 La multitud que protesta por el fraude electoral es acribillada en León, Guanajuato.

2 de enero de 1946

En la noche de hoy, al cerrarse las puertas del palacio municipal de la ciudad de León, Guanajuato, la policía y el ejército, parapetados en los balcones y la azotea, comienzan a disparar sobre una masa inerme, que en la Plaza de la Constitución, protesta por el fraude electoral contra su candidato Carlos A. Obregón, que atribuyen al gobernador Ernesto Hidalgo para imponer como presidente municipal a Ignacio Quiróz.

En las primeras horas de de este día, brigadas de la Unión Cívica Leonesa, invitaron  a la población a un paro cívico de labores en protesta por el fraude electoral y el mal gobierno, y a reunirse frente al Palacio Municipal en demanda de que se reconociera el triunfo de su candidato. Alrededor de las cuatro de la tarde, se informó a la multitud asistente (se dice que más de diez mil personas) que ya se había solicitado la intervención del presidente Ávila Camacho y que se estaba negociando con el gobernador Hidalgo. En ese momento, las tropas que resguardaban el palacio comenzaron a movilizarse causando temor entre los asistentes, pero no sucedió incidente alguno. El mitin continúo varias horas más y algunos oradores informaron que de un momento a otro se reconocería la victoria de Carlos A. Obregón, pero pasadas las nueve de la noche, un apagón precede al inicio de las descargas de fusiles y ametralladores sobre los manifestantes.

La gente huye y trata de protegerse con las bancas, con los árboles y en el kiosco de la plaza. Otros corren a refugiarse en el Santuario. Entonces los soldados, al mando del general Bonifacio Salinas Leal, salen en abanico del recinto oficial a perseguirlos y disparar sobre ellos. Unos cuantos se detienen a ayudar a los caídos ante el peligro de también ser heridos o muertos. El número de víctimas es indeterminable, pues los muertos y heridos se dispersan entre la Cruz Roja, los hospitales públicos y privados, los consultorios médicos y las casas particulares. Oficialmente se reconocerán 26 muertos y 37 heridos graves. Desde entonces a la plaza será conocida como Plaza de los Mártires del 2 de Enero.

La multitud protestaba porque ayer, martes 1º de enero, en presencia de elementos del ejército federal y de campesinos armados traídos de otros municipios, había tomado posesión el nuevo ayuntamiento encabezado por Ignacio Quiroz, en sustitución del que presidía Salvador Muñoz. Ese mismo día de ayer, la Unión Cívica Leonesa había realizado un acto en el Parque Hidalgo, para tomar la protesta a su “presidente municipal” Carlos A. Obregón, al que asistieron decenas de ciudadanos, pero el mitin fue disuelto por los soldados.

Por tal motivo, Ricardo Hernández S., Presidente de la Unión Cívica Leonesa, publica hoy el siguiente desplegado, que cita Omar Cortés (La noche en que los ángeles lloraron):

“León, Gto., 2 de enero de 1946.

El mitin de protesta que el pueblo realizaba ayer contra la imposición del doctor Ignacio Quiroz fue disuelto por medio de la fuerza. Las tropas federales atacaron a la multitud reunida en el Parque Hidalgo a caballazos y bayonetazos.

El Coronel Comandante Jefe del Estado Mayor de la zona, amagó con ametralladora en mano al pueblo.

El número de heridos es imposible de determinarse en este momento, existiendo gran indignación por parte del pueblo.

Hoy comenzó la paralización general de trabajos como protesta por la imposición, encontrándose invadido el Ayuntamiento por chusmas llevadas de otros municipios, siendo la situación en general sumamente peligrosa, por lo que solicitámosle intervención inmediata del Presidente de la República para que cese este estado de cosas, ya que esto tiende a perjudicar la vida económica de la población.

Protestamos enérgicamente por esta clase de atentados de que se hace víctima al pueblo.”

Conforme a esta convocatoria la gente se reúne en la Plaza de la Constitución, frente al Palacio Municipal, para continuar su protesta por la imposición y por la represión, y ahí es donde este día tiene lugar la matanza.

Estos hechos sangrientos son la culminación de la resistencia civil iniciada meses atrás, cuando un grupo de ciudadanos comenzaron a organizarse, cansados del mal gobierno municipal, que incapaz de proporcionarles servicios adecuados, traficaba con contratos públicos onerosos y les encarecía las cuotas, derechos e impuestos. Habiendo terminado la Segunda Guerra Mundial y la restricción de las garantías individuales que había traído consigo, pensaban que podrían ejercer libremente su voto en las próximas elecciones municipales, de modo que el 6 de julio pasado constituyeron la Unión Cívica Leonesa UCL, con el lema "Por un León mejor" y dirigida por Ricardo Hernández Sorcini, como presidente, Jesús Garibay, como secretario, y Florencio Quiroz como tesorero.

La UCL logró movilizar buena parte de la ciudadanía a favor de Carlos Obregón en las elecciones del 16 de diciembre de 1945, proclamó ganador a su candidato y acusó al PRM de haber usado durante la campaña y el proceso electoral, un sin fin de triquiñuelas, de acarreo de votantes y de robo de urnas, las cuales había logrado contrarrestar la movilización ciudadana, auxiliada hasta por notarios públicos.

Para protestar contra el fraude electoral, la UCL publicó un manifiesto en el que denuncia que los soldados habían impedido la reunión de la Junta Computadora en su recinto oficial y que ésta había contado 22,173 votos para la planilla que encabezó el señor Obregón, y sólo 58 para la encabezada por el doctor Ignacio Quiroz; que cuando se realizaba el cómputo se organizó otro grupo que se ostentó como la Computadora y fue la que proclamó el triunfo del candidato del PRM; y que las fuerzas federales estaban ayudando a la imposición de las autoridades municipales espurias, con lo que se consumará así “el más grande atropello a la dignidad, a la ciudadanía y a los intereses del pueblo de León”.

Por su parte, el Comité Estatal del PRM rechazó las acusaciones y señaló “lo único que no podemos entregarles es la revolución misma, es decir, el gobierno del país, pues ello sería retrogradar a México medio siglo y haría estériles los sacrificios de nuestras luchas prolongadas y cruentas.”

A su vez, el Comité Nacional de la Unión Nacional Sinarquista publicó un manifiesto en que expresaba que “no ha intervenido oficialmente en la dirección o control de la lucha cívica iniciada y mantenida por la Unión Cívica Leonesa a favor de la candidatura del señor Carlos A. Obregón.” Aunque aceptó que “en lo particular si han participado abiertamente en la campaña política nacional; pero lo han hecho conforme a su propio criterio y en uso de sus derechos ciudadanos.” El propósito de este comunicado es desmentir las acusaciones del PRM de que tras la UCL estaban las manos del sinarquismo y del Partido Acción Nacional.

Fue en este ambiente de tensión y polémica en que tienen lugar hoy los tristes acontecimientos descritos.

Como resultado de estos sucesos sangrientos, el gobernador Hidalgo sustituirá al ayuntamiento encabezado por Quiróz y renunciará antes que se inicie una investigación de la Suprema Corte de Justicia en su contra por violaciones graves a las garantías individuales

Recuerda Miguel Ángel Granados Chapa (Plaza Pública): El presidente Manuel Ávila Camacho pidió a la Corte que conforme al Artículo 97 constitucional investigara la grave violación a garantías individuales y atento a que además se requerían decisiones de efecto inmediato, solicitó a la Comisión permanente del Congreso (pues el Senado se hallaba en receso) que declarara que habían desaparecido los poderes en Guanajuato. Cuando la Corte aceptó realizar la pesquisa y nombró a los ministros Carlos Ángeles y Roque Estrada para que la efectuaran, el gobernador Hidalgo no esperó a la sesión parlamentaria y presentó su renuncia (si bien algunos registros muestran que cesó en sus funciones por la desaparición de poderes).

Por supuesto, el máximo Tribunal investigó los hechos, aunque el gobernador hubiera caído, y concluyó que debían ser enjuiciados dos altos jefes militares que ordenaron a su tropa disparar contra los ciudadanos tan indignados como indefensos.

Meses después de estos hechos, ya como exgobernador, Ernesto Hidalgo publicará para justificarse “El caso de Guanajuato ante la conciencia de la Nación”, en el que acusa de preparar la violencia a los hermanos Trueba Olivares y a otros dirigentes sinarquistas; además lamenta “lo irrisoria que resulta la llamada soberanía de los estados…”. Y concluye: “Quedó dilucidado lo que no era un misterio para las depuestas autoridades de Guanajuato: que propiamente la guardia militar que originó la matanza disparó sin órdenes de nadie…”.

 

 

Doralicia Carmona. Memoria Política de México.