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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

 


 
 

 


 


Talamantes Fray Melchor de

1765- 1809

Hijo de Isidro Talamantes y de Josefa Baeza, nació el 10 de enero de 1765 en Lima, Perú, Melchor de Talamantes Salvador y Baeza. Desde los 14 años tomó el hábito al ingresar a la Real y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced. Posteriormente se recibió como doctor en teología por la Universidad de San Marcos, en Lima, institución en la que también fue opositor a las cátedras de filosofía, teología y sagrada escritura. Además, por su brillantez llegó a ser colaborador del virrey Francisco Gil de Taboada durante dos años.

En 1786 solicitó su secularización, debido a sus desacuerdos con los religiosos españoles. Debido a la tardanza de la respuesta del Vaticano, después pidió su traslado a España en 1798, el que le fue concedido; sin embargo, tras pasar por Guayaquil, hizo una escala en la Nueva España, en cuyo puerto de Acapulco desembarcó el 26 de noviembre de 1799. Se quedó a residir en el convento de su orden en la ciudad de México. Ahí se volvió un orador muy destacado. Fue a principios del siglo XIX, cuando fue nombrado censor del Diario de México, para después ser nombrado por el virrey José de Iturrigaray en 1807, comisionado para estudiar los límites de Texas con Luisiana, por lo que pudo cambiar de residencia y alejarse del convento.

En 1808, al enterarse de la invasión napoleónica a España, los criollos y algunos españoles, entre ellos Talamantes, vieron ocasión de proclamar la independencia del reino y formar juntas similares a las que se integraron en la península ibérica, puesto que la soberanía "es un poder que existe siempre en la nación y a los monarcas solamente toca su ejercicio".

El 23 de julio de este año, Talamantes presentó al ayuntamiento de la Ciudad de México su proyecto para la realización del “Congreso Nacional del Reino de Nueva España”, en el que planteó los procedimientos que habría que seguir para convocarlo con el fin de reestructurar políticamente a la Nueva España como reino independiente, en tanto que la metrópoli se encontrara incapacitada para gobernarla. Basó la legitimidad de la independencia en el clamor general de sus habitantes; propuso que el congreso asumiera plenamente el poder, con las atribuciones correspondientes para decidir la asignación de puestos civiles y eclesiásticos, la ordenación del comercio, la supresión de vínculos, mayorazgos y capellanías, entre otras prerrogativas.

Según Hernández Dávalos, en esas discusiones Talamantes recomendaba que se contuviera y controlara al elemento popular, que no se tomara a la población como base de la representación para que no se desataran excesos y, sobre todo, para que no se corriese el riesgo de que el orden monárquico fuera sustituido por el republicano, por lo que sugería que se convocara sólo a los ayuntamientos, pues eran ya representación popular y se componían casi todos de criollos; proponía que el congreso nacional americano ejerciera todos los derechos de la soberanía, reduciendo sus operaciones a los puntos siguientes: “nombrar al virrey capitán general del reino y confirmar en sus empleos a los demás; trasladar a la capital los caudales del erario y arreglar su administración; conocer y determinar los recursos que las leyes reservan a su majestad; declarar terminados todos los créditos activos y pasivos de la metrópoli con esta parte de las Américas; arreglar los ramos de comercio, minería, agricultura e industria, quitándoles las trabas; nombrar embajador que pase a los Estados Unidos a tratar de alianza y pedir auxilios”, entre los puntos principales.

Sin embargo, la noche del 15 al 16 de septiembre de 1808, los oidores hicieron fracasar mediante la violencia este intento legalista para hacer la independencia bajo el nombre de Fernando VII, con apoyo en disposiciones jurídicas, citas doctrinarias deducidas de la tradición española y la anatemizada tesis de la soberanía popular, pues con el respaldo de trescientos hombres, detuvieron al virrey Iturrigaray, y usurpando la voluntad del rey, nombraron como su sustituto a Pedro Garibay.

Bajo el control de los oidores, el nuevo gobierno virreinal ejerció una feroz represión bajo el lema “encierro, destierro o entierro”. Se llenaron las cárceles de presos políticos, entre ellos, el síndico Primo de Verdad y el doctor Melchor de Talamantes, entre cuyas pertenencias se encontraron documentos cuyos temas fueron considerados subversivos: las Primeras disposiciones para mantener a este reino independiente de la dominación francesa, Un congreso nacional para el reino de Nueva España, “Alegato relativo a la soberanía e independencia de México” y otros textos, en los que el fraile Melchor debatía acerca de la soberanía e independencia de México.

Talamantes fue recluido en la prisión del Arzobispado mientras se le seguía proceso por más de cien cargos de que le acusaba la Inquisición, los cuales, al serle negado defensor, enfrentó él mismo con brillantez. En 1809 fue cambiado de cárcel debido a que fue sentenciado a la pena máxima, pero se decidió enviarlo a España para su ejecución, por lo cual fue trasladado a Veracruz, donde fue encarcelado en el castillo de San Juan de Ulúa, donde enfermó de fiebre amarilla y vómito prieto, lo que le condujo a la muerte el 9 de octubre de 1809. También corrió la versión de que murió envenenado.

Se reconoce a Talamantes haber sido ideólogo del movimiento de independencia, pues desde años antes de los sucesos de 1808, hacía circular escritos subversivos en los que afirmaba que el territorio mexicano, por tener “todos los recursos y facultades para el sustento, conservación y felicidad de sus habitantes”, podía ser independiente y que, además, la independencia era deseable porque el gobierno español no se ocupaba del bien general de la Nueva España, como se ocuparía un gobierno libre, constituido por mexicanos.

Fue autor de Panegírico de Santa Teresa, Apuntes para el plan de independencia, unas instrucciones para el ayuntamiento de México, Congreso nacional del reino de Nueva España y Representación nacional de las colonias.

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.

Efemérides Nacimiento 10 de enero de 1765. Muerte 9 de octubre de 1809.