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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

 


 
 

 


 


Riva Palacio Vicente

1832-1896

Hijo de don Mariano Riva Palacio, reputado abogado (se encargó de la defensa de Maximiliano de Habsburgo) y político (fue gobernador del Estado de México, ministro y diputado), y de doña Dolores Guerrero (hija de Vicente Guerrero), nació el 16 de octubre de 1832. Sus primeros estudios los realizó en el Instituto Literario de Toluca y desde niño mostró gran afición a los títeres. En 1845 se inscribió en el Colegio de San Gregorio, donde se tituló como abogado en 1854.

Posteriormente tomó parte en la revolución de Ayutla, al triunfo de la cual fue designado secretario del Ayuntamiento de la ciudad de México en 1856. Casi al mismo tiempo resultó electo diputado suplente al Congreso Constituyente. Al comenzar los conflictos por la reforma, fue encarcelado por los generales conservadores Félix Zuloaga y Miguel Miramón, en los años 1858 y 1859. Tras el triunfo liberal en la Guerra de Reforma, fue diputado en 1861, y rehusó la invitación del presidente Benito Juárez para hacerse cargo del ministerio de Hacienda. Prefirió en esa época dedicarse al periodismo y a la literatura: publicó la revista La Orquesta, además de crear obras teatrales, dramas y comedias, algunas en colaboración con Juan A. Mateos.

Al sobrevenir la intervención francesa, se alistó para la defensa de la república. Desde 1862 integró una guerrilla para unirse a las fuerzas del general Zaragoza. Fue comandante militar y jefe del Ejército del Centro en 1865. Así intervino en diversos combates bajo las órdenes del general Régules. Como jefe militar le correspondió recibir de Régules a los soldados belgas que, habiéndose hecho merecedores de la pena de muerte por su conducta abusiva en combate, Régules les otorgó el perdón y ordenó su canje por republicanos en manos de los franceses.

Dentro de sus actividades militares, Riva Palacio participó en la toma de Zitácuaro y tomó parte en los sitios de Toluca y Querétaro en 1867, cuando le tocó conducir a Maximiliano al Convento de la Cruz, donde sería su prisión.

Pero no sólo tuvo una participación militar, sino también periodística, publicó periódicos como El Monarca y El Pito Real, y política, ya que por las vicisitudes de la guerra fue gobernador durante algún tiempo de los estados de México primero y de Michoacán después.

Además, en uso del buen humor que lo caracterizaba, también compuso hallándose en Huetamo el 14 de julio de 1866, los versos satíricos de “Adiós, mamá Carlota”, en alusión a la emperatriz que en un viaje a Yucatán dijo ser “la madre de todos los mexicanos”. Fue su reacción en ese día, a la noticia que recibió de que Carlota ya se había embarcado a Europa a pedir socorro.

Alegre el marinero
con voz pausada canta
y el ancla ya levanta
con extraño rumor.

La nave va en los mares
botando cual pelota
adiós Mamá Carlota
adiós mi tierno amor”.

De la remota playa
te mira con tristeza
la estúpida nobleza
del mocho y del traidor.

En lo hondo de su pecho
ya sienten su derrota,
adiós Mamá Carlota.
adiós mi tierno amor

Acábanse en palacio
tertulias, juegos, bailes,
agítance los frayles
en fuerza de dolor.

La chusma de las cruces
gritando se alborota,
adiós Mamá Carlota,
adiós mi tierno amor.

Murmuran sordamente
los tristes chambelanes,
lloran Los capellanes
y las damas de honor.

El triste Chucho Hermosa
canta con lira rota:
adiós, mama Carlota,
adiós, mi tierno amor.

Y en tanto los chinacos
que ya cantan victoria,
guardando tu memoria
sin miedo ni rencor,
dicen mientras el viento
tu embarcación azota:
adiós, mama Carlota,
adiós, mi tierno amor.

La canción se publicó en el número 4 de El Pito Real, en dos ediciones con grandes tirajes y de inmediato se convirtió en una tonada muy popular entre las guerrillas de chinacos y la gente del pueblo.

Juan A. Mateos (EI Cerro de las Campanas) escribió sobre "Adiós a Mamá Carlota": "Aquel canto era incisivo... ¡Riva Palacio ignoraba que la armonía exhalada de su cerebro tendría un efecto poderoso en los campamentos, y sería el grito de guerra en el revuelto polvo de los combates!... ¡La mamá Carlota brotó de las montañas de Michoacán!"

Al triunfo de la República, Riva Palacio dejó la vida militar para dedicarse a sus asuntos privados, entre los que estaba la literatura. Era opositor a que se perpetuara en el poder el llamado grupo del Paso del Norte (Juárez, Lerdo e Iglesias). Sin embargo, pronto fue llamado al servicio público, ya que en 1867 fue designado magistrado de la Suprema Corte de Justicia, a la que renunció en 1870. Entonces partió a un viaje a Europa, del que retornó dos años después.

A su regreso, se postuló para la presidencia de la Suprema Corte de Justicia, pero resultó perdedor. También se enemistó con el nuevo presidente, Sebastián Lerdo de Tejada, al que combatió en los periódicos El Radical y El Ahuizote, del que fue su fundador. Esa animadversión lo llevó a participar en la rebelión de Tuxtepec (fue coautor de este plan), a cuyo triunfo fue nombrado ministro de Fomento, Colonización, Industria y Comercio por el nuevo gobierno del general Díaz. Sin embargo, su paso fue fugaz pues presentó su renuncia al ser rechazados sus proyectos, no sin haber establecido el Paseo de la Reforma de la capital de la República.

Posteriormente apoyó, como director de la campaña, la candidatura del general Manuel González a la presidencia, a la vez que presentaba la suya para diputado. Triunfantes ambos, Riva Palacio atacó desde la Cámara al nuevo presidente en 1883 por acuñar monedas de níquel y pedir la destrucción de las máquinas troqueladoras, lo que le valió ser encerrado en la cárcel de Santiago Tlatelolco. En esa reclusión escribió una parte de su colaboración, “El Virreinato”, de “México a través de los siglos”, obra histórica de largo aliento que estaba bajo su dirección, a propuesta del propio presidente González.

Vuelto a la libertad y con el general Porfirio Díaz de vuelta a la presidencia, éste dispuso en 1886 su nombramiento como ministro plenipotenciario en los reinos de España y Portugal. Para desarrollar sus actividades se trasladó a Madrid, en donde estableció fuertes lazos de amistad con intelectuales y políticos españoles. Su buen humor y su afición a zarzuelas y tertulias hizo que Ignacio Manuel Altamirano lo caracterizara con su misma sátira: “Ministro, embajador, pluma y espada; poeta, historiador, tenorio y viejo; azteca y español lleva pintada, la mezcla de su raza en el pellejo.”

Fue en la capital española donde Riva Palacio falleció el 22 de noviembre de 1896. Sus restos fueron trasladados a México hasta 1936, en donde hoy descansan en la Rotonda de los Hombres Ilustres.

Entre sus obras destacan: Calvario y Tabor, Martín Garatuza, Las dos emparedadas, Los Piratas del Golfo, La vuelta de los muertos, El libro rojo, Las liras hermanas, Memorias de un Impostor, y desde luego, su novela Monja y casada, virgen y mártir.

 

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.

Efeméride. Nacimiento 16 de octubre de 1832. Muerte 22 de noviembre de 1896.