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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

 


 
 

 


 


González Luna Efraín

1898-1964

Nació el 18 de Octubre de 1898 en Autlán, de la Grana (actualmente de Navarro) Jalisco; de familia acomodada, sus padres fueron Mauro Heliodoro González Álvarez y María del Rosario Luna Michel. Cursó hasta el cuarto año de primaria en el colegio del Sagrado Corazón. En 1911 pasó a radicar con su familia a Guadalajara para proseguir sus estudios en el Instituto San José. Cuando los jesuitas fueron expulsados en 1914, ingresó a la Universidad Morelos y después estudió la preparatoria en el Liceo del Estado. Curso estudios de derecho en la Escuela libre de Jurisprudencia de la Universidad de Guadalajara y el 29 de Octubre de 1920, obtuvo el título de abogado. Ese mismo año abrió su despacho para ejercer libremente su profesión.

Desde los primeros años de su juventud, por invitación de Anacleto González Flores, participó activamente en la Acción Católica de Jóvenes Mexicanos ACJM como conferencista y como lector en los seminarios organizados por esa asociación y como presidente de dicha asociación.

Contrajo matrimonio con Amparo Morfín González el 12 de Enero de 1923, con quien procreó ocho hijos: Margarita, Javier, Adalberto, Efraín, Ignacio, Amparo, Luís y Manuel.

En 1925 impartió clases en la Universidad de Guadalajara, pero se retiró de la docencia diez años después, cuando el conflicto universitario que se generó por la libertad de cátedra, y no estuvo de acuerdo con el grupo que había asumido el control de la máxima casa de estudios de Jalisco. Su decisión fue sumamente criticada por algunos sectores de la población. También fue profesor en los primeros años de la Universidad Autónoma de Guadalajara, entonces Universidad de Occidente.

Fue miembro y presidente diocesano de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana.

En el ejercicio de su profesión ocupó varios cargos relevantes, como el de apoderado del Banco Refaccionario de Jalisco y del Banco Nacional de México en Guadalajara así como el de abogado consultor de la Cámara Nacional de Comercio de Guadalajara y de la Arquidiócesis de Guadalajara. Asimismo fue miembro del Consejo de Administración del Banco Provincial de Jalisco y abogado de la Arquidiócesis de Guadalajara. Durante su vida fue reconocido como uno de los mejores abogados empresariales de México.

Desde su primer encuentro, Manuel Gómez Morín le participó su intención de fundar un nuevo partido político tanto en México como en Jalisco. Lector asiduo de encíclicas y autores franceses católicos, se dice que González Luna denominó al nuevo partido “Acción Nacional”, inspirado por la “Action Francaise”, movimiento fundado por Charles Maurras. Así actuó como presidente de la Comisión de Puntos de Doctrina en la Asamblea Constituyente del Partido Acción Nacional PAN en 1939. A partir de entonces y hasta su muerte formó parte del Consejo Nacional del PAN.

Escribe Mireya Cuéllar (Los Panistas): “sus ideas y propuestas -que fueron la base de la doctrina panista- estuvieron ancladas en las enseñanzas de la encíclica Rerum Novarum y en el catolicismo social que se desarrolló en Francia durante el último tercio del siglo XIX…Su aportación intelectual ha hecho que se le considere el otro padre fundador del PAN. En el origen del partido hubo un doble liderazgo, el político, en manos de Gómez Morín y el intelectual, que detentó González Luna.”

El 30 de octubre de 1940 se fundó el PAN en Jalisco, y González Luna fue su primer presidente estatal. Desde ese cargo, concibió el Bien Común “como la amalgama de todos, lo que nos reconcilia y nos une orgánicamente… el Estado hace del bien común nacional su esencia, la justificación única de su legitimidad y de su misión”… y también señaló que “la patria está en cautiverio, se necesita rescatarla conforme a nuestras ideas, conforme a nuestras conciencias, con nuestros propios medios de acción, con nuestro propio esfuerzo para lavar así nuestro honor”…

En 1942, los panistas consiguieron ganar la primera alcaldía de El Grullo, Jalisco. En ese mismo año fue invitado como representante de México a la National Catholic Welfare Conference, en donde conoció a Jacques Maritain, cuyas obras había leído y formaban parte de su biblioteca de más de 20,000 volúmenes.

Por ese tiempo, escribió en La Nación, órgano oficial del PAN, artículos en los que expresaba su visión antimodernista porque con la modernidad “el dato económico se amplifica a medida que se deprime el humano” y  “la santidad es suplantada por el éxito, la salvación por el bienestar, y la historia, en vez de afán religioso, es empresa de lucro y de poder”. Asimismo, en contra del indigenismo antiespañol prevaleciente,  señalaba que “lo mejor que tenemos, lo mejor que somos y aun lo único bueno y limpio que han conocido los indios, se lo debemos a España”. Con la independencia, ”la acción civilizadora de España, sufrió la prematura interrupción del proceso que, de haber continuado desarrollándose hasta su término, hubiera consumado nuestra unificación racial y cultural”, de modo que los conservadores de haber ganado habrían asegurado la grandeza de México, pero “en 1867, se cierra el ciclo de la Reforma antinacional demoledora del edificio espiritual y económico, hogar nacional todavía grande y fuerte, en que México seguía viviendo”. Con el Siglo XX llegó la etapa del “socialismo internacional”, segunda etapa de imitación extralógica con “hogar ideológico en Rusia”. La Constitución de 1917 “se teñirá cada vez más de rojo”, por eso, combatir “la revolución mundial permanente y dogmática” es tarea obligatoria y misión fundamental.

A pesar de sus ideas opuestas por completo a la ideología oficial, Efraín González Luna fue un activo participante en la política de su Estado. Hubo gobernadores, presidentes municipales y secretarios de gobierno que lo consultaban antes de tomar algunas de sus decisiones. Jesús González Gallo, Agustín Yáñez y Marcelino García Barragán, se contaron entre los gobernadores que pidieron su parecer antes de actuar. Así propuso que se incluyera en la primera ley electoral de Jalisco (1949) como requisito para votar, una credencial con fotografía.

Asimismo, trataba de concientizar a la población. Visitaba cada lunes los barrios de Santa Teresita, San Juan Bosco, San Felipe de Jesús y la colonia del Fresno para platicar con los obreros acerca del pensamiento político de Acción Nacional. Lo mismo hacía con los empresarios e industriales y en general, con toda persona que lo quisiera escuchar.

Fue dos veces candidato a Diputado Federal, en 1943 y en 1946, obviamente sin éxito ante la hegemonía aplastante del partido oficial.

En 1951 fue el primer candidato a la presidencia de la República por el Partido Acción Nacional, electo en la X Convención, celebrada el 20 de noviembre de ese año. Compitió contra Adolfo Ruiz Cortines, quien llamaba a los panistas “místicos del voto”, y contra el general Miguel Henríquez Guzmán, que acusaba a Ruiz Cortines de haber servido a los estadounidenses durante la toma del puerto de Veracruz en 1914. Su candidatura fue apoyada también por el Partido Fuerza Popular, brazo político de la Unión Nacional Sinarquista.

Antes de aceptar su candidatura describió la situación en que se encontraba: “el país reblandecido y desorientado, el partido débil, yo cansado y sintiéndome cada vez más solo, más abandonado… Pavorosa posibilidad de mi candidatura, si los más aptos no pueden o no quieren aceptar el sacrificio. Esfuerzo aplastante, contradicción de mis hábitos, aficiones, planes y temperamento, de mi constitución personal más íntima e inmodificable. Sacrificio de cada momento, incomprensión, deserción, traición. Sentimientos terribles de ridículo. Enjambre de contrariedades y peripecias en todos los órdenes de mi ser y de mi vida.'' A pesar de todo, González Luna emprendió su campaña, sin hacerse ilusiones, ni amilanarse frente al poder del PRI respaldado desde el gobierno, porque consideraba que su esfuerzo no sería estéril porque “la fidelidad de las naciones a su vocación anuda la alianza invencible entre Dios y el pueblo”.

A pesar de su catolicismo, la Iglesia se declaró apolítica y expreso que no apoyaba a candidato alguno, ya que para entonces, el arzobispo Luís María Martínez había llegado con el gobierno a un modus vivendi. Tampoco la ACJM se pronunció abiertamente a su favor. Además, durante su campaña fue acusado de traición por el hijo de Anacleto González Flores, jefe cristero y René Capistrán Garza  exdirigente de la ACJM.

El 7 de julio de 1952 se efectuaron las elecciones y lógicamente el resultado de la votación total fue: Adolfo Ruiz Cortines (PRI) 74.13%; Miguel Henríquez (Federación de Partidos del Pueblo), 15.87%; Efraín González Luna (PAN) 7.82% y Vicente Lombardo Toledano (Partido Popular) 1.98%.

En 1953, el I Congreso Nacional de Cultura Católica pareció ser una especie de desagravio a González Luna por parte de la Iglesia católica por su alejamiento durante su campaña presidencial. Allí identificó tres elementos estructurales que habían estado ocultos por siglos: la desigualdad material y espiritual que obstruye la cultura y la conducta católicas, resultado de que la evangelización no se completó; la traición de las élites que no se ostentan abiertamente católicas, con lo que aceleran la subversión materialista y pagana; y la invertebración institucional porque las instituciones no están imbuidas del catolicismo, que ha demostrado “sus pruebas como victoriosamente apto para transformar el mundo, liquidar imperios, crear civilizaciones y culturas superiores y organizar patrias como la nuestra”.

González Luna fue un intelectual a la francesa que creía en el valor de la doctrina: “Es falso que las posiciones equivocadamente calificadas de idealistas estén destinadas al fracaso, es falso que las posiciones doctrinales puras, intransigentes, incontaminadas, sean ineficaces, infecundas desde el punto de vista de los resultados prácticos. Afirmo, por el contrario, la incomparable, la fundamental eficacia práctica, el infinito valor de las posiciones doctrinales, defendidas a toda costa, sin transacciones y sin compromisos oprobiosos, como el estímulo más insustituible de progreso, como el arma más segura de libertad y como la posibilidad más indiscutible de transformación social”. En consecuencia, no le interesaba la conquista del poder por el poder mismo, sino como él mismo lo expresó, “mover almas”, crear en las conciencias los “hábitos democráticos”.

Luchador incansable, años más tarde, apoyó con solidaridad especial las campañas presidenciales de Luís H. Álvarez y José González Torres.

En el campo de las letras, realizó la traducción de la obra de Franz Kafka, “Ante la Ley”, en 1929, así como fragmentos de la novela “Ulises” de James Joyce, que fueron publicados en la revista Bandera de Provincias. También tradujo La Anunciación y Vía Crucis de Paul Claudel, lo que le mereció la condecoración de las Palmas Académicas del gobierno francés. Fue autor de numerosos artículos y ensayos jurídicos y políticos, algunos de ellos firmados con el seudónimo de Juan Galicia, entre los que desatacan El Hombre y el Estado, Ruina y Esperanza del municipio mexicano y Humanismo Político. Además de sus artículos publicados en La Nación, publicación oficial del PAN.

Murió el 10 de septiembre de 1964 en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, como consecuencia de una trombosis cerebral.

Con sus artículos y discursos se elaboraron publicaciones como: Clases sociales y lucha de clases, La dignidad del trabajo, Condición política de los católicos mexicanos, La economía contra el hombre, El fetiche de la estabilidad política, Los católicos y la política en México, El primado del orden político y muchos otros estudios más.

El 25 de junio de 2005 el PAN de Jalisco inauguró un Instituto con el nombre de Efraín González Luna.

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.

Efeméride Nacimiento 18 de octubre de 1898. Muerte 10 de septiembre de 1964.