1947-2000
Nació el 17 de abril de 1947 en Mérida, Yucatán. Sus padres fueron Julio Enrique Castillo González e Isela Peraza Casares. Realizó la primaria en el Colegio Montejo de Mérida; la secundaria en la Escuela Apostólica de Tlalpan, Distrto Federal; la preparatoria otra vez en el Colegio Montejo; cursó ingeniería en la Universidad Autónoma de Yucatán; y estudió la licenciatura en Filosofía en la UNAM. Manuel Castro Ruiz, arzobispo de Yucatán, le consiguió una beca en la Universidad Pontificia Gregoriana en Roma, donde terminó su licenciatura. Después estudió la licenciatura en letras con especialidad en historia de la filosofía griega y medieval en la Universidad de Friburgo, Suiza, de los dominicos. Obtuvo el título profesional con la tesis “El socialismo pluralista en la obra de Pierre-Joseph Proudhon”. Fue maestro de historia de la filosofía en el Centro Universitario Montejo de Ideal Marista de Mérida y de filosofía de la historia y filosofía de la religión en el Seminario Arquidiocesano de Yucatán. En la escuela de filosofía de la Universidad La Salle en la ciudad de México, impartió el seminario de filosofía política y cursos monográficos sobre Marx, Rousseau, Maquiavelo, Spinoza y Kant. Fue miembro del Movimiento Internacional de Intelectuales Católicos.
En 1964 ingresó al Partido Acción Nacional PAN, como repartidor voluntario de tortas y refrescos para representantes de casilla en Mérida, después de haber militado en distintas organizaciones católicas. Miembro activo panista a partir de 1967.
Fue reportero, redactor y responsable de la página editorial de El Diario de Yucatán; reportero y redactor responsable de emisiones en español de la Radio Suiza Internacional. Escribió en las siguientes publicaciones nacionales: Ovaciones, El Universal, La Jornada, El Norte, Reforma, El Nacional, Zeta, Vuelta, Nexos, Proceso, Etcétera y Logos; así como en los medios internacionales El País, Il Sábato, 30 Giorni e Incontri, L’Avennire, La Opinión, Nexos, Informativo CLAT y Convergence.
De 1968 a 1971 presidió la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, a propuesta de Manuel Castro Ruiz. Fue miembro del Consejo Nacional de Laicos de 1976 a 1978, director de la Unión Social de Empresarios Mexicanos y Consejero del Departamento de Asuntos Internacionales de la Central Latinoamericana de Trabajadores.
Fue diputado federal por el Partido Acción Nacional PAN de 1979 a 1982, junto con 42 panistas cuando Abel Vicencio Tovar presidía el PAN. También fue fundador y primer director del Instituto de Estudios y Capacitación Política del PAN en la ciudad de México en el mismo periodo; asimismo, fue secretario de relaciones internacionales del Comité Ejecutivo Nacional del PAN de 1980 a 1982.
Fue uno de los pocos panistas que no se opusieron a la nacionalización de la banca. El 3 de septiembre de 1982, escribió en el Diario de Yucatán: "La nacionalización de la banca no es, por sí misma, una medida condenable. Nacionalizada está en Costa Rica como lo está en Francia. Nacionalizada estuvo en El Salvador como parte del programa de la Democracia Cristiana y hasta el triunfo electoral de extrema derecha. Se trata de una decisión prudencial y no de un asunto de principios...La nacionalización de la banca no es, pues, algo intrínsecamente perverso. Es algo peligroso, sí, dado el régimen mexicano y dada la poca estructura social que convierte al Estado en todopoderoso. Si se quiere que la medida -que, como es obvio, servirá de inmediato para que alguien pague lo que el gobierno permitió que el país llegara a deber- sirva a la nación, lo primero que hay que hacer es decidirnos a ser nación, es decir, a reconocer los valores morales que nos aglutinan como pueblo y que puede ser la fuente de inspiración para definir y realizar un proyecto nacional. Para eso se requiere optimismo, valor civil y decisión de organizarse”.
En 1981 fue candidato a gobernador de Yucatán y en 1984 a alcalde de Mérida por el PAN. Al año siguiente representó al PAN ante la Comisión Estatal Electoral de Yucatán.
Con el objeto de discutir, precisar y difundir la doctrina de Acción Nacional, Castillo Peraza fundó y dirigió la revista “Palabra de Acción Nacional” en 1987, como órgano para la difusión política interna; al mismo tiempo, presidió la Comisión de Identidad, cuyo propósito era educar en el credo panista a los nuevos militantes, entre ellos los llamados “neopanistas”, que a partir de la década de los ochenta ingresaron al PAN.
Durante el conflicto electoral de 1988, Castillo Peraza, junto con Luís H. Álvarez y Fernández de Ceballos, promovió que no se apoyara el triunfo de Cárdenas por su extremismo radical que conduciría a la ingobernabilidad del país, abogó por sumarse al gobierno de Salinas y forzarlo a que se comprometiera a lo que llamó la “legitimación en ejercicio”. A cambio de la abstención de los diputados panistas en el Colegio Electoral para que Salinas pudiera ser presidente electo: “Nosotros pongamos sobre la mesa todas aquellas cosas que el PAN quiere para cambiar a México y en un momento dado también un compromiso político para que eso se lleve a cabo.” Así, el 2 de diciembre de 1988, Castillo Peraza formó parte de la comisión de panistas encabezada por Luís H. Álvarez, que se reunió con el presidente Salinas, para negociar la creación de una comisión plural que discutiera la reforma electoral.
En febrero de 1989, según Carlos Arreola (El Miedo a Gobernar) “Carlos Castillo elaboró las tesis para legitimar el viraje que Luís H. Álvarez imprimió al partido. Abandonar la actitud antisistema del ala católica y tomar el camino de una oposición política que aceptara el régimen diseñado por el general Calles, no fue tarea de poca monta. Castillo Peraza se esmeró y logró que sus tesis fueran asumidas por un buen número de cuadros del partido y militantes (siempre queda un resto de irreductibles) que veían acercarse la hora de vencer al Partido Revolucionario Institucional.”
Según Martha Anaya (1988: El año que calló el sistema) las cosas que pidieron los panistas fueron la reforma de las leyes electorales, un padrón inviolable, un organismo electoral independiente y ciudadanizado, la apertura económica, la liberación del ejido, la reprivatización de la banca, un órgano de defensa de los derechos ciudadanos y relaciones con la iglesia católica. Años después, al llevarse a cabo por el gobierno salinista estas medidas propuestas por los panistas, para Castillo Peraza “la victoria cultural es del PAN.”
Enrique Krauze (Caras de la Historia II) considera que lo que popularmente se conoció como concertacesiones, fueron la mejor estrategia que el PAN pudo seguir: "Al frente de su partido, en medio de críticas a la ''concertacesión'. Castillo Peraza comprendió que el PAN debía optar por una suerte de convergencia selectiva con el PR!. Era la única forma de acceder efectivamente al poder, de romper un tabú político y cultural, y abrir paso a la alternancia. No hubo componenda en aquella política: hubo realismo, responsabilidad y, a juzgar por los resultados de corto y lar plazo, hubo también clarividencia".
Castillo Peraza fue diputado federal panista por segunda ocasión de 1988 a 1991 y cuando en febrero de 1989, Manuel J. Clouthier organizó su gabinete alternativo ante la imposición de Carlos Salinas de Gortari, fue el titular del área Política Educativa y Cultural. También trabajó como fundador y coordinador del proyecto Mandos Intermedios.
El 29 de febrero de 1992, Castillo Peraza sostuvo ante el pleno del Consejo Nacional del PAN, que México era un país “en que la ley ya no es verdad, y la verdad todavía no es ley; es decir, en el que no se puede salir sólo legalmente de situaciones a las que se llegó ilegalmente. O si se quiere, en este momento las reglas del juego no están plenamente definidas y son objeto de una dura lucha, en la que no se puede abandonar campo alguno. Es tiempo de eso que se llama soluciones políticas que no se dan si el partido es incapaz de aportar al sistema pruebas válidas para el régimen que constriñan a éste a actuar contra los intereses del sistema, a abandonar éste y evolucionar…Acción Nacional había dado normalmente la batalla política en el terreno de la ley, del régimen, pero no en el del sistema donde siempre se ha hecho la política real que es el ámbito de la obtención, conservación o pérdida del poder. Pero llegó el momento crítico de 1988, cuando el deterioro de la legitimidad del poder privó a este de las fuentes del consenso que le garantizaban la gobernabilidad desde el horizonte del régimen, y la movilización ciudadana lo obligó a abrirse como sistema. Por su parte, Acción Nacional entendió, primero tal vez confusamente, que tenía que practicar en el ámbito electoral una política total; la movilización popular, la presencia en la opinión pública nacional e internacional, el diálogo con otras fuerzas políticas y con el gobierno mismo. En esta coyuntura la estrategia sigue exigiendo una política total que busque eso que Paul Ricoeur llama lo justo y que el mismo autor ubica entre lo legal y lo bueno…el régimen y el sistema son víctimas y nosotros mismos con ellos, de una inercia autoritaria. Es preciso impulsar todo lo que en este ámbito y fuera de él, sea tendencialmente democrático”.
De este modo, según Mireya Cuéllar (Los Panistas), Castillo Peraza: “Dotó a su partido de las tesis y el discurso político que dieron sustento a las concertacesiones con el salinismo”. Justificó así, a posteriori, la alianza histórica PAN-PRI, inaugurada en 1988, cuando a pesar de la vigorosa oposición de Manuel Clouthier, candidato presidencial panista, al presunto fraude priísta, el PAN legitimó la victoria de Carlos Salinas de Gortari a cambio de que su gobierno reconociera sus triunfos electorales. Conforme a esta alianza, en 1989 se reconoció el triunfo de Ernesto Ruffo en Baja California, y en 1991, después de una disputada elección para gobernador del Estado de Guanajuato, ganada al panista Vicente Fox de manera presuntamente fraudulenta por el priísta Ramón Aguirre Velásquez, se obligó al triunfador a renunciar y se procedió a designar como su sustituto a Carlos Medina Plascencia, un personaje local del gusto de los perdedores panistas. En 1993, se actuó de modo similar cuando el panista Luís Correa Mena, yucateco muy cercano a Castillo Pereza, fue derrotado legalmente por el PRI como candidato a la presidencia municipal de Mérida, y se obligó al ganador a ausentarse para que Correa Mena asumiera el puesto. Desde luego, el presidente Salinas hizo estas concesiones al PAN sin base legal alguna a cambio de su apoyo en el poder legislativo y de que fuera una oposición leal. Castillo Peraza estaba convencido de que el camino para el PAN era terminar su etapa como partido de oposición para convertirse en un partido de negociación. Junto con el “jefe” Diego Fernández Ceballos, operó varias de estas “concertacesiones”.
El 6 de marzo de 1993, Castillo Peraza sustituyó a Luís H. Álvarez como presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, al ganar a los otros candidatos Rodolfo Elizondo y Alfredo Ling Altamirano. Pero su liderazgo no contó con casi la mitad de los consejeros nacionales, pese a incorporar a su Comité Ejecutivo a gente que no le era afín, como Vicente Fox, José Ángel Conchello y Luís Felipe Bravo Mena, así como a los dos candidatos perdedores. Sus colaboradores más cercanos fueron Felipe Calderón Hinojosa, Jesús Galván Muñoz y Luís Correa Mena.
Durante su gestión creó dos fundaciones: la Miguel Estrada Iturbide, para trabajar directamente con los legisladores panistas y la Rafael Preciado Hernández, abierta al público en general. Asimismo, preocupado por el futuro de su partido en la última década del siglo XX, trabajó para fortalecer su identidad y formular un programa de gobierno. En el primer aspecto echó mano de la doctrina social de la iglesia católica y respecto al programa se basó en las propuestas de la democracia cristiana. Por otro lado, se esforzó para que se sancionara legal y penalmente el aborto bajo cualquier circunstancia. Además, afilió al PAN a la Internacional Demócrata Cristiana.
Al analizar los resultados de las elecciones presidenciales de 1994, Castillo Peraza resaltó el error de "pensar que si se lograba una participación superior al 70% del electorado, la victoria del partido oficial sería imposible", ya que el voto de los abstencionistas que en esta ocasión llegaron a las urnas, obedeció "al miedo a perder la dádiva, al EZLN y al desajuste económico anunciado por el presidente de los banqueros. No fuimos capaces, de diseñar una estrategia para enfrentar el miedo". Pero previó que conforme a lo avanzado, “podemos planteamos seriamente el triunfo para el año 2000". Vicente Fox estuvo en contra de reconocer el triunfo de Zedillo y propuso optar con nuevas vías para acelerar la alternancia, lo cual no fue aceptado.
En enero de 1995, Castillo Peraza junto con Porfirio Muñoz Ledo, presidente del PRD, firmó el Acuerdo Político Nacional porque manifestaba la voluntad política de todos los actores de poner fin a la “anormalidad política” prevaleciente. Y en apoyo del gobierno de Ernesto Zedillo manejó la tesis de la despresidencialización: “Los primeros gestos del doctor Zedillo me hacen pensar que el presidencialismo va para atrás. Es peligroso pensar que esos gestos son signos de la debilidad y no pensar que son los signos del cambio posible. Si los tratamos como signos de debilidad, lo que pueden ocasionar es una reacción regresiva al autoritarismo presidencialista [...] Ernesto Zedillo está tratando de hacer las cosas diferentes, y suponer que no hay mando, es caer en la tentación nostálgica del autoritarismo, con lo cual estamos llevando al país políticamente hacia atrás.”
Sin embargo, en la reunión del Consejo Nacional del PAN, Castillo Peraza fue criticado duramente por Fox y Fernández de Ceballos por su apoyo a Zedillo y se aprobó el retiro de los panistas en las negociaciones con su gobierno, lo cual debilitó su permanencia en la presidencia y fortaleció al grupo de Fox.
Años antes se había formado, al margen de la estructura partidista, el poderoso grupo PAN-2000, integrado por los gobernadores y exgobernadores panistas Vicente Fox, Francisco Barrio, Alberto Cárdenas, Ernesto Ruffo y Carlos Medina Plascencia, así como los empresarios Emilio Goicochea, Rogelio Sada Zambrano, Rodolfo Elizondo, José Luís Coindreau, Fernando Canales Clariond y Luís Felipe Bravo Mena, quien en 1999 asumiría la dirección del PAN para la campaña de Fox.
Carlos Castillo Peraza protagonizó una fuerte disputa con Fox, cuando ambos eran presidenciables y representantes de dos corrientes del panismo; la doctrinaria, que sustentaba la necesidad de cambios graduales y consolidados, con la idea de la ética social o subsidiaridad, además de experiencia y madurez para gobernar y la neopanista, pragmática, donde por encima de los valores se privilegiaba alcanzar el poder a cualquier costo. Así, para Castillo Peraza:
“Nada bueno puede germinar en la descomposición social que se produce cuando las personas soslayan las consideraciones acerca de los valores”.
“No son ni deben ser distintas la moral en el poder y la moral en la oposición. El sometimiento de la política a la ética es una radical afirmación del partido. A ella nos hemos atenido y nos seguiremos ateniendo...”
“En política, que es el ámbito en que actuamos y debemos actuar como partido, ser una fuerza con autoridad es ser un poder legítimo. La fuerza sin autoridad es prepotencia, burda capacidad física de someter al que disiente. Sólo constituye un verdadero poder la suma de fuerza y autoridad.”
“Somos una fuerza, porque hemos creído en la democracia y la hemos practicado. Somos una fuerza porque somos partido político, no academia, ni horda, ni grupo de presión, ni fábrica de insolencias...”
Tampoco aprobaba cualquier medio para obtener éxito en política: “Apostar al miedo es el único argumento que le queda a quienes no pueden resistir la memoria del pasado ni son creíbles cuando hablan del futuro. Es el recurso del que se sabe derrotado. Además, es el proceder de quien desprecia el derecho que, desde los romanos, enseña como principio que ‘el terror aplasta a las leyes’, es decir, apprimit leges timor.”
Para asegurar su candidatura presidencial y su triunfo, Fox debía controlar al partido y exigía al gobierno mayores reformas, mientras que Castillo Peraza insistía que con Zedillo ya la “transición democrática se está llevando a cabo en las urnas”, por lo que había que continuar apoyándolo contra la resistencia al cambio de algunos sectores del PRI. Así llegó Castillo Peraza al final de su mandato.
Su periodo terminó en 1996 y no intentó reelegirse en el puesto. Durante su gestión, el PAN había ganado cuatro gubernaturas y era gobierno en 248 municipios, entre los cuales destacaban los 16 más poblados y productivos del país, así como 11 capitales estatales. Fue sustituido por Felipe Calderón Hinojosa, quien pudo ganar la presidencia del PAN porque Ernesto Ruffo, afín a Fox, se retiró para no realizar nuevas votaciones.
En 1997 fue candidato a la gubernatura del Distrito Federal por el PAN. Su campaña fue un rotundo fracaso por su falta de carisma, lo que se agravó porque adoptó vestimenta y maneras supuestamente populares pero ajenas por completo a su personalidad real por lo que lucían falsas; además, su trato fue poco amable, aun para los reporteros que cubrían su gira; inclusive, a partir de que contestó a la periodista Pilar Ávila con palabrotas, se le puso el mote de “leperaza”. Además, empleó la propaganda negativa: a mediados del mes de mayo de 1997, la página web del candidato Carlos Castillo Peraza, desplegaba la siguiente leyenda: "Adquiere tu copia de la escritura en la que Cuauhtémoc Cárdenas, candidato competidor del PRD, le vende un terreno del Estado de Michoacán a su familia".
Perdió en las elecciones frente al ingeniero Cárdenas del Partido de la Revolución Democrática PRD. Su derrota llevó al PAN al tercer lugar de las preferencias electorales en el Distrito Federal, aun por debajo del impopular candidato priísta Alfredo Del Mazo.
Tras la debacle, Castillo Pereza volvió a ocupar el cargo de secretario de Relaciones Internacionales del Comité Ejecutivo Nacional del PAN y se dedicó a brindar asesoría a los ayuntamientos panistas en su consultoría Humanismo, Desarrollo y Democracia.
Finalmente, el 28 de abril de 1998, tras 34 años de pertenencia, renunció al PAN para dedicarse completamente “a la vida intelectual fuera de toda militancia partidista...no busco pertenecer a ningún partido, ni siquiera al mejor". En su carta dirigida a Felipe Calderón Hinojosa, presidente del PAN, señaló: “seguiré siendo panista de alma y corazón, pero no de uniforme y credencial.”
En ese mismo año fue condecorado con el premio La Salle a la investigación filosófica.
A unos meses de morir, siguió abogando por una “democracia de calidad”: "Estimo que el reto de nuestra democracia y nuestro desarrollo, cuantitativamente innegables, lo constituyen al menos tres qualia: el de la justicia social, el de la producción de las leyes, que necesitamos tanto para aumentar el lado cuantitativo de la democracia cuanto para darle elementos de calidad cada vez mayor, y la vigencia del estado de derecho o imperio de la ley". Además en uno de sus últimos artículos, advirtió a Fox y a los panistas triunfantes que no podrían gobernar sin el PRI, dada la debilidad que el PAN no había superado desde su origen.
Álvaro Delgado (El Engaño, Prédica y Práctica del PAN) relata el desconsuelo en que vivió Castillo Peraza sus últimos días a pesar del triunfo electoral del PAN, cuando Fox ya era presidente electo y la esperanza de un cambio embargaba a la mayoría de los mexicanos:”No era el caso de Castillo Peraza, crítico implacable de Fox por su fobia al conocimiento y su inopia política, sin rumbo. ‘Es más peligroso un populismo de derecha que uno de izquierda’, sentenciaba. Por eso vio con desaliento el triunfo de Fox y, también, el lujo de la nueva sede del partido que él comenzó a encumbrar y cuya descomposición olfateaba.
Para conocer la nueva sede panista se hizo acompañar de Bernardo Graue, su socio en el despacho Humanismo, Desarrollo y Democracia, en el que se refugió al renunciar al PAN, orillado entre otras razones por la traición de Felipe Calderón, promotor de la cancelación de su candidatura al gobierno del Distrito Federal, en 1997, que de cualquier modo fue su tumba política.
-Ay, Graue -presagió-, no vaya a ser la de malas que este nuevo edificio vaya a ser el mausoleo (del PAN) y Fox el sepulturero.
Antes de morir súbitamente, atormentado entre otras razones por su lejanía del partido, Castillo Peraza usó una imagen análoga sobre el desastre que se cernía sobre su partido y así se la confió al periodista Julio Scherer García, fundador de Proceso:
-El día que Fox sea presidente de la república habrá que agotar la existencia de resistol en el mercado. El partido quedará hecho añicos y habrá que pegar los pedazos, uno a uno”.
Carlos Castillo Peraza falleció en la madrugada del 8 de septiembre del 2000 en Bonn, Alemania, de un infarto al miocardio.
Su cadáver fue trasladado a México. El presidente Ernesto Zedillo, acompañado de su esposa Nilda Patricia Velasco de Zedillo, asistió al funeral. Ahí dijo: “Quiero expresar, con mucha tristeza, que México ha perdido a un gran intelectual, un gran periodista, un gran dirigente político, un extraordinario ser humano. Muchos, además, hemos perdido a un muy buen amigo. Carlos Castillo Peraza supo tener amigos en muchas partes, aun en la Presidencia de la República. Carlos Castillo Peraza, como intelectual, como periodista, como dirigente político, como legislador, como ciudadano contribuyó en mucho a la construcción democrática de México. Muchos y en muchas partes extrañaremos siempre a Carlos Castillo Peraza".
El 10 de noviembre de 2000, Castillo Peraza fue objeto de un homenaje póstumo en el Alcázar del Castillo de Chapultepec.
Se le considera el último intelectual del PAN. Además de su extensa labor periodística fue autor de los libros Historia de Yucatán, Antología de Textos; Iglesia y Cultura; Filosofía y ámbitos culturales; El Ogro Antropófago; El Pan Nuestro; Manuel Gómez Morín: constructor de instituciones; y Disiento. Así como de Ideas Fuerza; Apuesta por el Mañana; Volverás; y El porvenir Posible, estos últimos publicados después de su muerte.
A sesenta años de su nacimiento, el presidente panista Felipe Calderón escribió (Enfoque de Reforma): “Carlos supo entender que se requiere más valor para iniciar un diálogo desde la oposición en un régimen autocrático que simplemente protestar y negarse radicalmente a entablar el diálogo. Era posible ganar a pesar de un régimen cerrado y dispuesto a defender por todos los medios su hegemonía. La voz de la gente había demostrado tener la fuerza para hacerse escuchar y hacer valer su voluntad. Y el medio para ello eran los partidos, la lucha, la acción política responsable y comprometida con México. Partidos, además, capaces de vivir hacia adentro lo que pedían para toda la nación: la democracia… (demostró) que había una nueva forma de hacer política, de la que Carlos fue ejemplo: la que, sin descuidar los intereses del partido ni los ideales personales, sabe ceder y negociar espacios para construir un auténtico Estado que reconoce la pluralidad de una nación… es el verdadero ideólogo de la transición política mexicana porque la concibió, la diseñó y la supo llevar adelante, porque supo afrontar los riesgos de la incomprensión y del insulto…(en 1989) exigía al gobierno asumirse como un gobierno de transición y lo convocaba a él y a todas las fuerzas políticas a iniciar, por la vía del diálogo y de la negociación, la ruta de transición pacífica a la democracia. Carlos Castillo Peraza apostó por un cambio en las instituciones políticas pero sin ruptura; por una transformación del régimen, no por la destrucción del país".
En ese mismo año de 2007, el Senado de la República le otorgó después de muerto la Medalla Belisario Domínguez. En sesión solemne celebrada el 18 de octubre de ese año, con asistencia del presidente Felipe Calderón y la ausencia de senadores del PRD y PT, la medalla fue recibida en su nombre por su viuda Julieta López Morales, con quien procreó tres hijos: Carlos, Julio y Juan Pablo.
Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
Efeméride. Nacimiento 17 de abril de 1947. Muerte 8 de septiembre de 2000.
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