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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

 


 
 

 


 


Clavijero Francisco Javier

1731-1787

Nació en la ciudad de Veracruz, el 9 de septiembre de 1731, hijo de don Blas Clavijero, literato español que fue, además, nombrado por el gobierno español alcalde mayor de los pueblos de Teziutlán y Xicayán, en la Mixteca, y de doña Francisca Echeagaray. De su padre obtuvo los primeros conocimientos en diferentes materias: religión, ciencias, geografía, historia y cosmografía. Estudió latín y literatura en el Colegio de San Gerónimo, y filosofía y teología en el de San Ignacio, ambos de Puebla. También en su infancia y adolescencia aprendió el griego y el hebreo, además de varias lenguas indígenas: el mexicano, el otomí, el mixteco y otras. En febrero de 1748, con apenas 17 años de edad, ingresó al noviciado de los jesuitas en Tepotzotlán.

Al alcanzar los 20 años de edad ya era políglota y dominaba la filosofía aristotélica y escolástica; no sólo eso, sino que desarrolló un gran gusto por la música y el arte.

Tres años después ya estaba en el colegio de la compañía en Puebla; muy pronto se convirtió en uno de los grandes catedráticos jesuitas, por lo que fue profesor en varios colegios, como los de Valladolid y Guadalajara. Desde su cátedra expuso una filosofía racional y moderna, además de atacar la filosofía peripatética. En las innovaciones filosóficas compartió créditos con los padres Diego José Abad y Francisco Javier Alegre, junto con quienes emprendió la revisión de autores modernos como René Descartes, Isaac Newton, Francis Bacon y hasta el americano Benjamín Frankiln, pues también tenía conocimientos en los campos de las ciencias físicas, exactas y naturales. Igualmente, su ya de por sí amplia cultura se enriqueció con su interés por la historia patria; tomó gran aprecio a las culturas prehispánicas al revisar los textos originales de Carlos de Sigüenza y Góngora, así como varios códices precolombinos, que lo llevaron a pensar que la herencia de los pueblos indígenas era tan importante como la de la España del Siglo de Oro.

En 1763 se dio un proceso de actualización de los estudios en los colegios jesuitas, para ponerlos al día con las innovaciones filosóficas, científicas y humanistas. Fue entonces cuando la responsabilidad de modernizar el colegio correspondiente a Guadalajara fue encomendada a Clavijero, por lo que fueron abiertos cursos de geografía, historia, lenguas modernas y química, entre otros; además estimularon el culto a la Virgen de Guadalupe. Posteriormente fue promovido a Valladolid.

En junio de 1767, debido a causas políticas Carlos III decretó la expulsión de la Compañía de Jesús de los territorios hispánicos, como la Nueva España. Por esto Clavijero partió hacia Italia en octubre, en donde vivió en Ferrara y Bolonia.

En Bolonia fundó una academia literaria que llegó a ser llamada Casa de la Sabiduría. Fue en ese lugar donde se dio a la tarea de escribir la Storia antica del Messico, tomando como guía a Sigüenza y Góngora; si bien no conoció la Historia de Sahagún, sí tomó en cuenta a Olmos, Zorita, Acosta, Torquemada, Ixtlilxóchitl, así como las colecciones Vaticana, Mendocina y de Viena. Esta obra historiográfica le daría fama universal y en ella puso en relieve el valor de la cultura prehispánica, a la que prácticamente colocó a la altura de las antiguas culturas occidentales de Grecia y Roma: “El estado de cultura en que los españoles hallaron a los mexicanos excede, en gran manera, al de los mismos españoles cuando fueron conocidos por los griegos, los romanos, los galos, los germanos y los bretones.” Inclusive justificaba los sacrificios humanos y la antropofagia porque “no ha habido nación alguna del mundo que no haya sacrificado algunas veces víctimas al dios que adoraba” y porque siendo su religión “más bárbara que las de los romanos, egipcios y otras naciones cultas...fue menos supersticiosa, menos ridícula y menos indecente.”

La Storia la dedicó el 13 de junio de 1780 a la Universidad de México. Al no poder imprimirla en español, tuvo que publicarla únicamente en italiano. De hecho, en México sería publicada la traducción de la obra hasta después de la independencia, en 1852, y ha llegado a ser considerada como un pilar del entonces naciente nacionalismo mexicano.

Obra historiográfica monumental, en ella se hace de manera minuciosa desde la descripción física del Anáhuac hasta las costumbres y la cultura, la política y la economía de los antiguos mexicanos Con ello también pretendía refutar las teorías de escritores como Robertson, Raynal y De Paw.

Eso lo deja ver el propio Clavijero en las primeras líneas de su libro: “La historia de México, que he emprendido para evitar una ociosidad enojosa y culpable a que me hallaba condenado, para servir a mi patria en cuanto mis fuerzas lo alcanzasen y para reponer en su esplendor a la verdad ofuscada por una turba increíble de escritores modernos sobre América...”

A decir de David Brading, “el uso confiado y polémico que de la antigüedad indígena hacía este sacerdote criollo, hijo de peninsular, señala su identificación con ese pasado y, por así decirlo, la falta de compenetración con los indios de su época. Asumió el papel de su defensor y como tal expropió su historia para sus propios fines patrióticos. Su obra prefiguraba el intento de los insurgentes de negar el pasado inmediato con una vehemente recurrencia a una antigüedad indígena idealizada.”

Agrega el historiador inglés: “Los temas que caracterizaron el patriotismo criollo –neoaztequismo, guadalupanismo y el repudio a la Conquista- fluyeron directamente hacia el nacionalismo mexicano. La fuerza de esta tradición distinguiría la ideología de la insurgencia mexicana de los demás movimientos contemporáneos que se registraron en América del Sur.”

Pero su obra no concluyó con ese libro extraordinario, sino que todavía escribió una Historia de la Baja California, la que fue publicada en italiano en Venecia.

Francisco Javier Clavijero murió en Bolonia el 2 de abril de 1787. Sólo hasta 1970 sus restos fueron traídos a la ciudad de México, en donde fueron colocados en la Rotonda de los Hombres Ilustres en el panteón civil de Dolores.

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.

Efeméride. 9 de septiembre de 1731. Muerte 2 de abril de 1787.