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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

 


 
 

 


 


François Achille Bazaine

1811-1888

Nació en Versalles, Francia, el 13 de febrero de 1811. Su padre abandonó a su madre poco antes de su nacimiento, por lo que su infancia se desarrolló en un ambiente de estrechez económica. En 1830, antes de cumplir los 20 años de edad ingresó al 37° regimiento de infantería del ejército, al no pasar el examen de  admisión en la Escuela Politéctnica de Francia. 

Desarrolló su carrera militar en Argelia y en España. El 28 de octubre de 1854, durante la guerra de Crimea, alcanzó el grado de general de brigada, al mando de dos regimientos de la Legión Extranjera del ejército de oriente. En septiembre de 1855 fue nombrado comandante militar de Sebastopol y general de división.

Al término de la lucha, regresó a Francia y fue nombrado inspector de infantería y comandante de la 19° división militar en Bourges.

En 1859, durante la guerra de independencia italiana, dirigió la 3ª división de infantería del primer cuerpo de Baraguey d'Hilliers posicionado cerca de la línea de fuego  en las batallas de Melegano y Solferino, en la cual resultó herido en la cabeza.

El 1º de octubre de 1863, Bazaine asumió el mando de las tropas expedicionarias francesas en México con amplios poderes militares y políticos, por órdenes del emperador Napoleón III, quien no estaba satisfecho con la actuación del general Élie-Frédéric Forey y de M. Dubois de Saligny, agente diplomático francés, que representaban los intereses de Francia ante la Regencia de los monárquicos mexicanos Pelagio Labastida y Dávalos, arzobispo de México, general Juan N. Almonte y general Mariano Salas.

Más de un año antes, el general Charles Latrille, duque de Lorencez, había sido derrotado por los mexicanos el 5 de mayo de 1862 en su intento de apoderarse  de la ciudad de Puebla, lo que costó a los franceses la pérdida de aproximadamente mil hombres. Dada esta derrota Napoleon III había tenido que enviar 30,000 soldados más para sostener la invasión a México.

La misión de Bazaine fue apoyar militarmente al gobierno provisional mexicano sin tomar partido en las conflictos políticos internos y aceptar la colaboración de todos los conservadores que quisieran unirse al imperio para “mexicanizar” el ejército a fin de aminorar los costos y el tiempo de la ocupación, pero sin devolver a la Iglesia los bienes que les habían sido expropiados por las Leyes de Reforma. Esta negativa irritó al clero y provocó continuos roces con la Regencia antes de la llegada de Maximiliano. Bazaine escribió en una carta: "El Gobierno provisional está dividido con motivo de la oposición sistemática que hace el Arzobispo a todas las medidas tomadas para calmar las pasiones políticas y llegar a la conciliación. He conducido al General Almonte en una vía más liberal, lo sostengo y llegaremos a apartar al Prelado, que se ha vuelto imposible." Asimismo asentó en otra misiva: "Las intrigas del Clero no son extrañas a estas dificultades, y una vez más hemos tenido conocimiento de una negativa de absolución a un moribundo adquirente de bienes nacionalizados."

Como el problema de los bienes nacionalizados continuó ya con Maximiliano en el trono de México, Bazaine describió en una carta los esfuerzos del emperador para enfrentar las presiones del clero: "S.M., por otra parte, ha reunido un número bastante considerable de documentos escandalosos y auténticos sobre la conducta privada, eclesiástica y política de los miembros del Clero mexicano. Tendrá en sus manos armas serias para contrabalancear, a los ojos del poder temporal, todos los argumentos que el Clero trate de poner en juego."

De 1864 a 1867, Bazaine fue comandante en jefe del Cuerpo Expedicionario de la Intervención Francesa y tras la toma de las ciudades de Guadalajara y Oaxaca, fue nombrado Mariscal de Francia. En 1865 contrajo matrimonio con Josefa Peña y Azcárate, de 17 años, perteneciente a una familia de antecedentes juaristas y nieta de Juan Francisco Azcárate precursor en 1808 de la independencia mexicana. Al parecer, el enlace no fue del agrado de Maximiliano; sin embargo, el regalo de boda por parte de los emperadores fue el palacio de Buenavista en la ciudad de México.

Bazaine tampoco mantuvo relaciones cordiales con el nuevo emperador; hubieron frecuentes enfrentamientos entre ambos, provocados por disputas por la asignación de los recursos disponibles, por algunos conflictos de autoridad y de jurisdicción y más concretamente, por la explotación de minas de oro de Sonora, región a la que los frenceses atribuían yacimientos importantes por su ubicación cercana a California. No obstante, Maximiliano siempre se sometió a los dictados de Bazaine, quien abiertamente reprobaba que el escaso presupuesto disponible fuera dilapidado en obras superfluas como la construcción de palacios y teatros. Asimismo, criticó que Maximiliano tratara de acercarse a los liberales: "He tenido ya la ocasión de llamar la atención de S. E. sobre la tendencia peligrosa del Gobierno de S.M. el Emperador Maximiliano, de rodearse de Consejeros pertenecientes al partido democrático”. Asimismo, condenó la autorización de los juegos de azar, “tan perniciosos a la moralidad”.

Por su parte, el emperador criticaba la incapacidad de Bazaine para terminar con la resistencia liberal y en la medida que las tropas imperiales comenzaron a sufrir importantes derrotas como la recuperación de las ciudades  de Oaxaca y de Puebla por los republicanos, el disgusto de Maximiliano creció, ya que para combatir a Juárez, Bazaine llegó a tener bajo su mando 63,800 soldados: 28,000 franceses, 20,000 conservadores mexicanos, 8,500 rurales, 6,000 austriacos y 1,300 belgas. Entonces, Maximiliano intentó discretamente que el emperador francés sustituyera a Bazaine en el mando de las tropas franceseas en México.

En Francia la intervención en México comenzó a perder apoyo del parlamento porque parecía no tener buen éxito ni fin y  sus costos ya eran considerables, mientras en lo interno se pasaba por una grave crisis económica. Además, al término de la  guerra de Secesión, los Estados Unidos empezaron a ejercer presión sobre Francia y Bélgica para que sacaran sus tropas de territorio mexicano. En este nuevo contexto, Napoleón III ordenó a Bazaine el retiro inmediato de sus tropas y al efecto, el remate de elementos militares que no valiera la pena transportar a Francia, como caballos y monturas, así como la destrucción de pólvora y proyectiles.

El 14 de enero de 1867, ante una junta de 35 notables Bazaine invitó a Maximiliano a abdicar y regresar a Europa con él: “En resumen, me parece imposible que S.M. pueda continuar gobernando el país en condiciones normales y honrosas para su soberanía, sin descender a la categoría de un jefe de banda, y es preferible para su gloria y su defensa que S:M: haga entrega del poder de la nación”. Sin embargo, los conservadores mexicanos convencieron al emperador de no hacerlo.

El 3 de febrero de 1867, desde la ciudad de México, Bazaine lanzó una proclama por la que se despidió de la “caballerosa nación mexicana…Todos nuestros esfuerzos han aspirado a establecer la paz interior. Estéis seguros y os lo declaro en el momento de dejaros que nuestra misión nunca ha tenido más objeto y que jamás ha entrado en las intenciones de Francia, el imponeros una forma cualquiera de Gobierno contraria a vuestros sentimientos...más bien yo tengo el derecho de reclamar contra las violencias cometidas todos los días [...] por nuestra presencia en México”.

Debido a la indecisión de Maximiliano de abdicar o resistir, Bazaine se retiró lentamente rumbo a Veracruz, en espera de que el emperador decidiese salir de México; después de una escala de cinco días en Puebla, continuó su marcha y encargó al general Castagny que aguardara más tiempo.

El 16 de febrero llegó el mariscal á Orizaba, donde permaneció hasta el 28, y el 1º de marzo hizo su entrada en Veracruz. Ya en esa época se habían embarcado la mayor parte de las tropas francesas, lo mismo que los belgas, no quedando más que ocho mil seiscientos hombres reunidos entre Veracruz y Paso del Macho. Al correr la noticia de que Maximiliano había salido de la capital con dirección al puerto, retrocedió Bazaine á la Soledad con objeto de favorecer la retirada del archiduque; pero éste se encontraba á la sazón en Querétaro. El embarco de las tropas francesas terminó el 11 de marzo, y ese mismo día el mariscal dio su última despedida a bordo del Souverain”, barco francés que fue el último en abandonar territorio mexicano. Al día siguiente, 12 de marzo, emprendió el regreso a Francia.

El 3 de mayo del mismo año, Porfirio Díaz comunicó a Matías Romero: “El mariscal Bazaine, por medio de una tercera persona, ofreció entregarme las ciudades que poseía, ási como también a Maximiliano, Márquez, Miramón, etcétera, con tal de que yo accediera a una propuesta que me hizo, y la cual deseché por no parecerme honrosa. También se me hizo otra proposición con autorización de Bazaine, para la compra de 6000 fusiles y 4 millones de cápsules, y si yo lo deseaba también, me vendería cañones y pólvora; mas me negué a aceptarla. La intervención y sus resultados han abierto nuestros ojos, y de aquí en adelante tendremos más cautela al tratar con las naciones extranjeras, particularmente con las de Europa, y con especialidad con la de Francia”

A su regreso, Napoleón III hizo de Bazaine el chivo expiatorio del fracaso de la aventura francesa en México, condenando sus altos costos, magros resultados  e inclusive su deshonestidad personal. Sin embargo, continuó desempeñando diferentes cargos como el de comandante del 3er Cuerpo del Ejército en Nancy y jefe de la guardia imperial de Napoleón III.

Durante la guerra franco-prusiana, al enfermar Napoleón III, Bazaine asumió el mando del Ejército Francés del Rhine el 12 de agosto de 1870. Era un ejército en retirada, mal equipado, en desventaja numérica frente a los prusianos y con jefes y oficiales descorazonados y desconfiados uno del otro. Trató de retirarse a Verdún, pero sufrió sucesivas derrotas en Vionville. Gravelotte y Saint-Privat-la-Montagne al noroeste de la ciudad de Metz, en donde tras el desastre, Bazaine concentró su ejército. En algunos momentos tuvo la oportunidad de atacar y salir victorioso, pero desconfió de la capacidad de su ejército y prefirió mantenerse en una “fuerte posición”. Al paso de los días, se quedó sin alimentos y sin refuerzos porque las tropas francesas que iban en su auxilio fueron derrotadas en Sedán el 1º de septiembre siguiente. Al otro día Napoleón III fue hecho prisionero por los prusianos y llevado en cautividad a Wilhelmshoehe, cerca de Cassel. Tres días después, al conocerse la noticia de la derrota, en París se levantó el pueblo y proclamó la República, sin que los monárquicos, ya sin su emperador ofrecieran resistencia.

Bazaine continuó sitiado en Metz. Al mismo tiempo, trató de negociar con los prusianos la salida de su ejército para combatir a los republicanos franceses e inclusive asumir el poder en Francia, según algunos autores. Dada la inutilidad de sus esfuerzos y ante la caída de la monarquía francesa y el advenimiento de la Tercera República, renunció a seguir combatiendo a pesar de que las tropas prusianas asediaban ya París. Finalmente, capituló el 27 de octubre siguiente, por lo que León Gambetta, que trataba en Tours de reunir un nuevo ejército para romper el sitio de Metz, acusó públicamente a Bazaine de traición.

Capturado y prisionero de los prusianos hasta 1873, durante este tiempo Bazaine escribió y publicó  L'Armée du Rhin.

A su regreso a Francia, Bazaine enfrentó un tribunal militar que lo encontró culpable de negociar y rendirse al enemigo antes de cumplir con su deber y su honor, por lo que fue condenado a muerte y a la degradación, aunque el jurado recomendó clemencia. El nuevo presidente francés, mariscal Mac-Mahon, le conmutó la pena por 20 años de prisión sin la infamente ceremonia de degradación.

Más que como convicto, Bazaine fue tratado como un exiliado en la isla de Santa Margarita, de donde escapó el 10 de agosto de 1874 rumbo a Italia y después vivió en Londres. Finalmente residió en España, en donde colaboró con el gobierno de Alfonso XII para combatir las últimas revueltas carlistas. En 1883 publicó en Madrid “Episodios de la Guerra de 1870”.

Tres años después, el 10 de diciembre de 1886, Bazaine reclamó a Porfirio Díaz, presidente de México, haber publicado la carta ya mencionada, “citando proposiciones deshonrosas que yo le hubiera propuesto por un intermediario, no es más que una sarta de calumnias” y lo amenazó a su vez, de publicar otra carta: “no debía usted haber olvidado que la víspera de la rendición de Oaxaca, vino usted a pasar parte de la noche en mi Cuartel General, contrario a todas las leyes militares y que hubiera estado en mi derecho de tratarlo como un insurrecto, en lugar de hacerlo como prisionero de guerra. Si yo hubiera hecho publicar su carta referente a esa entrevista, carta que está en mi poder, no hubiera llegado usted a la Presidencia”. Enseguida, le pidió que nombrara al intermediario para perseguirlo por difamador. Díaz respondió el 11 de enero del siguiente año, que se trataba de Carlos Thiele, aun vivo y que se le podía citar para aclarar los hechos. Así terminó este debate, que quizás no tuvo continuidad porque unos tres meses después, el 17 de abril de 1887, un comerciante francés, Louis Hillairaud, asesinó a Bazaine en Madrid de una puñalada en el rostro.


Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.

Efeméride:  Nacimiento 13 de febrero de 1811. Muerte 17 de abril de 1887.