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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

 


 
 

 


 


Fernando de Alencastre Noroña y Silva

1641-1717

Nació en España, tal vez en 1641. Fue virrey en varios dominios de la Corona Española, como Cerdeña, Perú y Nueva España. Antes de ser designado como el trigésimo quinto virrey de esta última colonia, contó con diversos títulos: Duque de Linares, Marqués de Valdefuentes, Porta Alegre y Govea; Comendador Mayor de la Orden de Santiago en Portugal y Gentilhombre de la Cámara de S. M., Teniente General de sus Ejércitos, Gobernador de la Toscana y Virrey del Perú. Se le reconoce como un hombre muy poderoso de España y Francia, de gran inteligencia y calidad humana.

El Duque de Linares asumió el cargo de virrey de la Nueva España el 15 de enero de 1711. Una de sus primeras obras fue la reconstrucción del Palacio Municipal, que había sido víctima de un incendio en 1692. Además, tuvo que enfrentar calamidades muy graves: el 16 de agosto, en el propio año de su arribo, la ciudad de México fue sacudida por un sismo que duró treinta minutos y que originó graves daños; un par de años después cayó una nevada sobre la urbe que ocasionó la pérdida de los cultivos, lo que acarreó hambre y enfermedades. Se dice que en esas horas difíciles, además de cumplir con sus responsabilidades, Alencastre se distinguió por su filantropía, pues al igual que el arzobispo José Lanziego, sacó dinero de sus propios caudales para asistir a las víctimas y reconstruir la ciudad de México.

La gran cantidad de muertos por el frío, el hambre y la epidemia, obligó a enterrarlos en grandes fosas comunes. Dadas estas calamidades la población disminuyó notablemente, pese a que Alencastre dictó medidas para abastecer semillas a bajo precio a la gente más pobre de la capital del virreinato.

Para paliar el alcoholismo que aquejaba a los indígenas, Alencastre prohibió la producción de aguardiente derivado de la caña de azúcar, a pesar de que la medida afectaba los intereses del clero regular, asimismo, intentó combatir las inmoralidades que en su conducta cometía dicho clero.

El 2 de abril de 1712 fundó la colonia de San Felipe de Linares, en la provincia de Monterrey (hoy Nuevo León). Además, organizó expediciones para la colonización de Texas y el establecimiento de misiones en California y Nuevo México, dado que había muerto el padre Eusebio Kino de Magdalena, Sonora.

Fue muy importante su iniciativa contra la delincuencia (especialmente los salteadores de caminos) al instituir el tribunal y la cárcel de La Acordada.

A partir de 1713, Alencastre enfrentó el contrabando de grandes cantidades de esclavos negros que los ingleses introducían en la Nueva España, amparados en el monopolio que la corona española les otorgó para realizar este inhumano comercio. Asimismo, combatió el saqueo de las maderas preciosas tropicales que los mismos ingleses cometían en la Laguna de Términos.

Ante el acoso de los piratas, Alencastre ordenó la construcción de cuatro barcos en Coatzacoalcos para fortalecer la flota de Barlovento.

El 28 de octubre de 1715, estalló una insurrección de la tropa acantonada en San Juan de Ulúa porque durante casi dos años no habían recibido sus haberes completos. Alencastre logró detener la rebelión y una vez convictos los levantados, les otorgó el perdón.

Entre sus obras públicas más importantes se encuentran el establecimiento de la primera biblioteca pública y el primer museo de plantas y animales de la Nueva España, que por órdenes de Felipe V, enviaba a España ejemplares de las especies que eran desconocidas en la metrópoli. También fue muy importante la construcción del acueducto de los Arcos de Belén, que traía el agua a la capital desde el lago de Chapultepec (esta obra fue realizada con el producto del estanco de la nieve).

Hacia el final de su mandato ordenó el estudio de las condiciones socioeconómicas del país para entregarlo a su sucesor, Baltasar de Zúñiga, Duque de Arión y Marqués de Valero, en forma de Instrucción. El 15 de agosto de 1716 dejó de ser virrey de la Nueva España, pero permaneció en la ciudad de México, donde murió el 3 de junio de 1717, siendo sepultado en la Iglesia de San Sebastián, de las Carmelitas descalzas.

Una de las calles de la ciudad de México lleva su nombre.

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.

Efeméride Nacimiento 1641  Muerte 3 de junio de 1717.